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Islandia en noviembre – Día 13 – Círculo Dorado Parte 2

¡Hola, viajer@s!

Después del parón que expliqué en los posts anteriores a causa del puñetero coronavirus, vuelvo al ataque con un post nuevo sobre nuestro roadtrip de dos semanas en noviembre por Islandia. Ahora que las restricciones empiezan a levantarse y que, si todo va bien y la cosa no se tuerce mucho, estamos adentrándonos en esta misteriosa «nueva normalidad» en la que podemos empezar a viajar de nuevo, creo que es el momento de seguir celebrando estas pequeñas victorias. Aunque todavía tenemos que seguir siendo muy cuidados@s para no echar a perder todo el esfuerzo que hemos hecho hasta ahora, espero también inspiraros un poco con ideas viajeras, aunque sea para el futuro, así que aquí tenéis este nuevo post.

Hoy os hablaré del Día 13 del roadtrip. Tenéis ya un sinfín de posts en el blog sobre este viajazo a Islandia; aquí os dejo un resumen de todo lo publicado por si os habéis perdido alguno: un post introductorio con información útil que debéis saber antes de viajar a Islandia; el post del Día 1 del viaje, en el que os cuento nuestra llegada, nuestra visita a la impresionante Laguna Azul y nuestra primera toma de contacto con Reikiavik; el post del Día 2, que dedicamos íntegramente a la capital; el post del Día 3, en el que exploramos la bonita península de Snaefellsnes; el post del Día 4, en el que desde Snaefellsnes nos dirigimos ya hacia el norte de la isla; el post del Día 5, en el que recorremos la zona norte central y llegamos a la zona de Mývatn; el post del Día 6, en el que empezamos a explorar la zona de Mývatn; el post del Día 7, en el que acabamos de exprimir al máximo esta alucinante área de Mývatn; el post del Día 8, en el que recorremos la zona nordeste de la isla, alucinamos con Seydisfjordur y vemos por fin la ansiada aurora boreal; y el post del Día 9 en el que conducimos en dirección sur por toda la costa este del país, recorriendo sus maravillosos fiordos; el post del Día 10, en el que visitamos algunos de los platos fuertes del viaje como Stokksness, Jókulsárlon o la Playa de los Diamantes; el post del Día 11, en el que fuimos desde Svartifoss hasta Reynisfjara, aunque el temporal de viento huracanado y lluvia hizo que nuestro gozo acabara en un pozo; y el post del Día 12, en el que saldamos la deuda pendiente con Reynisfjara y nos dirigimos ya hacia el famoso Círculo Dorado.

En este Día 13 hay pocas actividades, pero son cañeras. Aquí os dejo el mapa del mini-recorrido de este día:

Conducción en Islandia en invierno

Aunque ya nos encontramos en el sur de la isla y en nuestro caso el paisaje dejó de estar nevado, seguimos estando en noviembre en Islandia, y eso sigue significando conducir por carreteras en condiciones difíciles.

Nosotros no habíamos conducido en este tipo de condiciones nunca e íbamos con un poco de miedo, pero hemos de decir que con nuestro Dacia Duster 4 X 4 de Lotus Car Rentals con neumáticos de invierno, todos tachonados con clavos, no tuvimos absolutamente ningún problema.

De hecho, Félix, que es el conductor, considera que fue una experiencia muy interesante, didáctica e incluso divertida conducir por estas carreteras con este tipo de condiciones difíciles. Félix os va a preparar un post sobre cómo conducir en Islandia en invierno, con un montón de información práctica que estoy segura de que os resultará muy útil.

Una de las caídas de Gullfoss
Una de las caídas de Gullfoss

El Círculo Dorado

El Círculo Dorado es una de las zonas más famosas y turísticas del país por dos motivos: por una parte, aglomera varios de los atractivos turísticos más llamativos y curiosos de Islandia y, por otra, como nos hemos ido acercando cada vez más a la capital al final de este viaje circular bordeando el país en el sentido de las agujas del reloj, nos encontramos ya muy cerquita de Reikiavik, que fue nuestro punto de partida, así que esta zona es perfectamente visitable desde la capital en el típico tour de un día.

Esta zona está alejada de la costa, en el interior, pero es un desvío de la Ring Road que vale la pena hacer.

Nosotros, como queríamos explorar bien esta región que tanto tiene que ofrecer, decidimos pasar dos noches en el mismo alojamiento, la Guesthouse Flúdir (de la que tenéis un montón de detalles en el post del Día 12), en pleno Círculo Dorado, para poder disfrutar bien de todas las atracciones sin tener que ir corriendo de un lado para otro y sin necesidad de sacrificar nada.

Hay tres atracciones principales que se suelen visitar en el Círculo Dorado: el Parque Nacional de Thingvellir, la cascada Gullfoss y Geysir, todas ellas bastante cercanas entre sí. Pues curiosamente, lo que la gente hace en un día, ya que se pueden visitar todas juntas sin problema, nosotros, por exigencias de nuestro planning, lo dividimos en tres días diferentes. Es decir, en el día anterior, el Día 12, solo visitamos una de estas tres atracciones; en este Día 13, otra; y al día siguiente, cuando ya abandonábamos la zona de Círculo Dorado en dirección a la península de Reykjanes, la última de ellas. La verdad es que me supuso un poco de cortocircuito cerebral tener que dividir así estas visitas que normalmente van juntas, pero en realidad, ¿qué más da? Así nos cuadraba muchísimo mejor con nuestros planes y actividades para todos esos días, así que si hay que dividir, se divide.

¡Cómo nos mola estar a remojo en baños termales!
¡Cómo nos mola estar a remojo en baños termales!

Explorando el Círculo Dorado

Amanecimos en la Guesthouse Flúdir y, después de desayunar como toca para coger fuerzas para las actividades del día, nos dirigimos a nuestra primera parada, que aviso ya de que es muy molona, así que ¡agarraos que vienen curvas… literalmente!

Excursión en motonieve por el glaciar Langjökull y visita a cueva de hielo

Pues sí, esta es la actividad potentorra con la que empezamos este Día 13. Para ello teníamos 30 minutos de conducción desde Guesthouse Flúdir hasta Gullfoss, ya que el punto de encuentro con nuestro guía era el parking de la cascada Gullfoss, frente al Café Gullfoss.

El tour era con la empresa Mountaineers of Iceland y, como podéis adivinar por el título de la sección, se trataba de una excursión en motonieve por el glaciar Langjökull con visita a una cueva de hielo incluida. Además al glaciar se llega en un trasto monstruoso llamado superjeep, lo cual ya es toda una experiencia en sí misma. Pero vayamos por partes.

Fotito con el superjeep que usamos para desplazarnos hasta el corazón del glaciar
Fotito con el superjeep que usamos para desplazarnos hasta el corazón del glaciar

Raggi, nuestro guía de Mountaineers of Iceland, nos dio la bienvenida y además he de decir que era un tío genial: el típico chaval que lo ves y piensas: «Este es un buenazo».

Después de hacernos varias fotos con el superjeep y con otro trasto aún más grande, tipo monster truck, que había al lado, ambos de Mountaineers of Iceland, nos subimos al impresionante superjeep junto con el resto del grupo (3 parejas más en total, así que grupos súper reducidos, lo cual se agradece). Nuestro guía nos llevó por carreteras de cabras en muy mal estado hasta el propio glaciar, hasta la base de Mountaineers of Iceland en medio del hielo donde tienen guardadas las motos de nieve.

Flota de motos de nieve en la base de Mountaineers of Iceland en pleno glaciar
Flota de motos de nieve en la base de Mountaineers of Iceland en pleno glaciar

El superjeep se come los baches como si nada y aun así este trayecto es muy movidito y accidentado, pero eso es precisamente lo que hace que sea divertido. La carretera por la que transitamos está totalmente cerrada al tráfico normal, ya que un coche común, o incluso un 4X4, iría desmontándose por el camino, y además es que llega un momento que vas conduciendo por el puñetero hielo, así que, como os podéis imaginar, no es muy recomendable adentrarse por ahí con tu cochecito.

Una vez en su base, pasamos al interior a equiparnos bien para la moto de nieve: te dan un mono tipo de esquiar, una braga para cubrirte la cabeza y parte de la cara, un casco y un par de guantes. Una vez equipados de esta guisa, con aspecto de astronauta total, es el momento de subir a la moto de nieve. Está la opción de compartir moto entre dos o de pilotar una moto por persona. Nosotros compartimos una con la intención de conducir un rato cada uno, pero, en fin… ya veremos lo que pasó…

Creo que no hay una foto mía más sexy 😂 Equipándonos para el tour
Creo que no hay una foto mía más sexy 😂 Equipándonos para el tour

Antes de ponernos en marcha, Raggi nos explicó cómo funcionaba la moto, cuál iba a ser el orden de conducción entre todos los que íbamos, cuál era la distancia de seguridad entre motos, etc. Y también un detalle muy importante: vamos a ir por un glaciar, que es un terreno muy agreste en el que las superficies no son en absoluto planas. De hecho, la mayor parte del tiempo vamos a ir bordeando pendientes, como cruzando laderas de «montañas» en sentido horizontal, con lo cual hay que hacer contrapeso con el cuerpo hacia la «cima de la montaña» para que la moto de nieve no vuelque «hacia la base», y eso os digo yo que es más complicado de lo que en un principio parece.

Felices y listos para empezar
Felices y listos para empezar

Empecé conduciendo yo, pero precisamente por esa pendiente y por no estar haciendo los dos el contrapeso suficiente, tardé solo como unos 3 minutos en volcar la moto 😱. No nos pasó nada, caes sobre nieve y eso amortigua la caída, pero eso bastó para que perdiese totalmente la confianza en mi conducción y a partir del entonces condujo Félix ya todo el rato.

Hace falta bastante fuerza en los brazos para dirigir la moto de nieve y también hay que acompañar todo el rato con el cuerpo para hacer el contrapeso, tanto el conductor como el acompañante (este último tiene que ir prácticamente colgado de la moto con medio cuerpo fuera para hacer suficiente contrapeso). La verdad es que no es ningún paseo relajante, y todo el tema requiere un poco de curva de aprendizaje, pero al final nos apañamos bastante bien.

Os cuento todo esto no para que cojáis miedo u os replanteéis hacer la actividad. Muy al contrario: ¡hacedla! ¡Es una pasada! Precisamente os lo digo para que os quitéis el posible miedo que podáis tener a caeros (nosotros nos caímos y no pasó absolutamente nada, no nos hicimos daño, nos levantamos y seguimos con la actividad y punto) y también para que sepáis exactamente qué implica esta actividad: cierto esfuerzo físico y cierta habilidad que vas adquiriendo, pero todo muy factible.

En medio de la nada
En medio de la nada

Y la experiencia vale tanto la pena: los paisajes por los que pasas son una auténtica pasada. ¡Estás conduciendo sobre un glaciar! ¡Sobre hielo milenario! Es alucinante simplemente pensarlo. Y después están los paisajes que ves: solo hielo y nieve, todo muy desolado, con un aspecto absolutamente épico. Todo lo que abarca tu vista parece que esté pasado por un filtro de blanco y negro. Es increíble.

Después de tal vez media horita de conducción con la moto de nieve, llegamos a la cueva de hielo. Se trata de una cueva artificial que están construyendo los propios chicos de Mountaineers of Iceland, con lo cual es una cueva privada donde no va a haber aglomeraciones de gente con tours de diferentes compañías: la vais a tener para vosotros y vuestros compañeros de tour y punto.

Dentro de la cueva de hielo, ¡alucinante!
Dentro de la cueva de hielo, ¡alucinante!

Esta cueva la están construyendo en el propio glaciar, excavando en el mismo hielo, y es algo bastante impresionante. Es alucinante pensar que tienes sobre tu cabeza toneladas de hielo glaciar.

La cueva todavía está en construcción: los trabajadores van cada noche a excavar y lo dejan cada mañana listo para las nuevas visitas del día. Es muy interesante ver cómo en las paredes y en el techo de hielo se ven estratos y capas de hielo diferentes, y se puede distinguir incluso ceniza volcánica procedente de la erupción del Eyjafjallajökull del 2010, aquella que cerró todo el tráfico aéreo europeo por las gigantescas nubes de ceniza que despedía el volcán. Pues allí está parte de esa ceniza: atrapada en el hielo, tal vez para la eternidad.

Ceniza volcánica atrapada en las paredes de hielo de la cueva
Ceniza volcánica atrapada en las paredes de hielo de la cueva

Una vez se ha visitado la cueva, empezamos la vuelta en moto de nieve hasta la base, donde dejamos todo el equipamiento, nos volvimos a subir al superjeep y volvimos al parking de Gullfoss.

Mientras Félix conducía me armé de valor y conseguí soltar una mano y sacar el móvil para grabar un par de minivídeos, así que aquí abajo os los dejo. Uno es de por en medio del recorrido, en medio de la nada literalmente, y el otro es de nuestra llegada sanos y salvos al punto en el que ya dejábamos las motos de nieve y nos volvíamos a Gullfoss.

Tour en moto de nieve por el glaciar Langjökull (Islandia) con Mountaineers of Iceland
¡Prueba superada! Tour en motonieve por el glaciar Langjökull (Islandia) con Mountaineers of Iceland

Para que os hagáis una idea del tiempo que le dedicamos a esta actividad: el inicio fue a las 10 de la mañana y volvimos a Gullfoss a eso de las 13:15 o 13:30 h. Es una actividad que os recomendamos sin dudarlo: es algo tan único y alucinante que los recuerdos de este día os van a acompañar toda vuestra vida.

El tunel de entrada a la cueva, y sí, todo eso que se ve es hielo
El tunel de entrada a la cueva, y sí, todo eso que se ve es hielo

Una última nota para la reflexión: mientras estábamos en el glaciar empezó a llover. Ojo: a llover, no a nevar. Nuestro guía estaba bastante triste y alucinado por esto, ya que para nada es ni debería ser lo habitual y, como os podéis imaginar, es todo consecuencia del cambio climático. De hecho, en verano de 2019 se celebó en Islandia un funeral por el primer glaciar desaparecido del país. Muy, muy triste. Hay que hacer algo y rápido a nivel global para revertir este desastre, ya que, si no, muy pronto será imposible realizar una actividad como la que os acabo de contar.

Gullfoss Café

Una vez hayáis terminado, os recomiendo que entréis al Gullfoss Café: hay un restaurante donde se puede comer, hay servicios y también una tienda de souvenirs enorme. Nosotros no nos pudimos resistir a la deliciosa selección de pasteles que tenían en la barra y nos pedimos un trozo para compartir: ¡era enorme! ¡El plato pesaba como un kilo! Y esa fue nuestra comida del día, acompañado de una imperial stout, ¡jajaja! 🐷

Además, tampoco me pude resistir a comprar el típico jersey de lana de oveja islandesa llamado «lopapeysa». Este en concreto era de la marca Icewear (es muy famosa en el país y la veréis en un montón de tiendas), y es una prenda bastante cara, pero de mucha calidad, que te puede durar toda la vida. Además, la lana de oveja islandesa, aparte de ser muy calentita, es transpirable, repele el agua y tiene propiedades antibacterianas. Es un souvenir muy auténtico y muy útil, que me va a acompañar en todos mis viajes a destinos fríos a partir de ahora. ¡Me encanta! 🥰

Comida absurda del día
Comida absurda del día

Gullfoss

Desde la cafetería, la cascada Gullfoss, que es la visita famosa del Círculo Dorado que nos tocaba visitar este día, se encuentra a tan solo 5 minutos caminando.

Hay diferentes miradores desde los cuales admirar esta cascada, y recomiendo que os acerquéis a todos, ya que Gullfoss es realmente impresionante, además de inmensa y como muy caótica. Realmente es necesario recorrer todos esos miradores y tener todos esos diferentes puntos de vista para hacerte una idea de cuál es su magnitud y su complejidad.

Explorando Gullfoss
Explorando Gullfoss

Algunos datos sobre Gullfoss que nos da la Wikipedia: «Se encuentra en el amplio cauce del río Hvítá, que fluye hacia el sur y a un kilómetro de la cascada gira bruscamente hacia el este cayendo en tres escalones curvados. En ese momento se cae en dos saltos (de 11 y de 21 metros) en una grieta de 32 metros de profundidad, que mide unos 20 metros de ancho y 2,5 kilómetros de largo. El caudal medio en esta catarata es de 140 metros cúbicos por segundo en verano y 80 en invierno. El máximo flujo de agua medido es de 2.000 metros cúbicos.»

En resumen: es un buen pepino.

Es una visita absolutamente imprescindible y que te deja con la boca abierta. Os recomiendo que le dediquéis al menos media horita para poder verla sin prisas y poder apreciarla bien.

Gullfoss es otro ejemplo de lo maravillosa que es la naturaleza en Islandia
Gullfoss es otro ejemplo de lo maravillosa que es la naturaleza en Islandia

Secret Lagoon

Ya os hablé por encima en el post del Día 12 de la Secret Lagoon, y os comenté que por alojaros en la Guesthouse Flúdir teníais un 20 % de descuento en la entrada (que es de 3000 ISK, es decir, unos 20 euros, sin el descuento).

Se trata de unos baños termales más sencillos que, por ejemplo, la Blue Lagoon, Myvatn o Vök (de los que os he hablado en los posts del Día 1, Día 7 y Día 8, respectivamente).

Constan de simplemente una gran piscina central. No hay bar disponible, pero se puede comprar alguna bebida en recepción (incluidos cerveza y vino) y tomarla mientras te bañas.

A falta de bar, buenas son cervezas compradas en recepción en Secret Lagoon
A falta de bar, buenas son cervezas compradas en recepción en Secret Lagoon

Es la piscina termal más antigua de Islandia, y data de 1891. La temperatura del agua se mantiene entre los 38 y los 40 grados todo el año en la piscina central, alrededor de la cual hay diversas mini-piscinas con agua a diferentes temperaturas (muy altas) en las que no es posible bañarse, e incluso hay un mini-geiser que explota cada 5 minutos más o menos para deleite de los bañistas.

Al salir del vestuario hay unas grandes cajas con las típicas «patatas» de piscina que puedes pillar prestadas y que te permitirán flotar relajadamente por la Secret Lagoon. Parte del borde de la piscina incluye piedra natural a modo de banco corrido para sentarte dentro del agua y disfrutar de la experiencia termal tranquilamente.

¿Qué más se puede pedir?
¿Qué más se puede pedir?

El ambiente está saturado de los vapores que salen de las diferentes piscinas, así que hay una misteriosa neblina flotando por el aire, y también ofrece el «aroma» típico de las zonas geotermales, ese tufillo a azufre tan característico y del que ya os he hablado varias veces.

El entorno es bonito, pero desde luego no tan épico como los de los otros baños termales que hemos visto a lo largo del viaje.

Los vestuarios están genial: son amplios, con mucho sitio para sentarte, están limpísimos y tienen mucha luz.

En general la experiencia es buena, pero puede quedarse algo corta en comparación con la de otros baños más completos. También es verdad que la diferencia de precio de la entrada con estos es bastante significativa, así que todo correcto.

Atardecer en Secret Lagoon
Atardecer en Secret Lagoon

También recomendaríamos esta experiencia si estáis alojados en la zona del Círculo Dorado, y probablemente habría que dedicarle unas 2 horas en total, entre el tiempo de cambiarte, disfrutar de los baños y luego ya ducharte y arreglarte. Nosotros llegamos de día a la Secret Lagoon y mientras estuvimos ahí se nos fue haciendo de noche, y la verdad es que la experiencia de bañarte en una piscina termal rodeada de vapores a la hora del crepúsculo es bastante molona.

También os digo que es bastante recomendable esta actividad si optáis, como nosotros, por el tour en moto de nieve, ya que os ayudará a relajar los músculos después de esta actividad tan intensa.

Entre vapores en Secret Lagoon
Entre vapores en Secret Lagoon

Cena en Minilik

Mirando en TripAdvisor dónde podíamos cenar este día, ya que en esta ocasión no disponíamos de cocina y ya habíamos cenado en Guesthouse Flúdir la noche anterior cuando llegamos, vimos que a 1 minuto en coche había un restaurante etíope llamado Minilik.

Nunca habíamos estado en un etíope y nos hizo mucha ilusión poder probar uno, especialmente estando tan a tiro de piedra, así que para allá que nos fuimos.

El lugar es súper alegre y colorido, con mucha decoración tribal, y nos encantó el ambiente. En cuanto a la carta, íbamos tan perdidos que decidimos pedir dos combos de especialidades de la casa: uno con carne y otro vegetariano. Y alucinamos.

El colorido interior del restaurante etíope Minilik
El colorido interior del restaurante etíope Minilik

Viene todo (los dos combos) en un plato enorme central para compartir, y toda la base del plato está cubierta por una especie de «pan», más parecido tal vez a la masa de crépe, pero más esponjoso y sin ser dulce. Sobre esta masa vienen colocados los diferentes alimentos, y la mecánica es que comes con las manos ayudándote de este pan, en el que vas «envolviendo» o recogiendo cada bocado que te llevas a la boca.

Nos pareció todo espectacular y absolutamente delicioso. ¡Tan diferente! Nos encantó la mezcla de sabores, todo bastante especiado (aunque no picante) y distinto a lo que habíamos probado hasta entonces.

Delicosa comida etíope (¡y mi jersey nuevo de lana de oveja islandesa!)
Delicosa comida etíope (¡y mi jersey nuevo de lana de oveja islandesa!)

Además, ¡es súper divertido! Con un trocito de pan ahora coges un poquito de aquí, ahora un montoncito de esta otra cosa, ahora combinas esto con aquello, y con la tontería vas probando, mezclando y experimentando y pasas una comida genial.

Nos tocó pedir más «pan» de este para acabarnos toda la barbaridad de comida que nos pusieron, y también quiero destacar la amabilidad de los dueños: un matrimonio en el que él es islandés y ella etíope, así que podemos estar seguros de que la comida es 100 % auténtica.

El exterior del Minilik con un cielo ya tirando a naranja
El exterior del Minilik con un cielo ya tirando a naranja

Eran los dos majísimos. Él, que es el que nos sirvió, se lo curró mucho explicando el tema de los platos, el pan y cómo comerlo todo, y era otro que lo ves y piensas también: «Este es un buenazo». Ella, por su parte, que es la cocinera, era súper alegre y amable, y al despedirnos de ellos les dimos las gracias mil veces por habernos dado la oportunidad de tener una experiencia tan agradable tanto a nivel culinario como a nivel humano.

Y de precio, ¿qué? Pues, sinceramente, no lo recuerdo exactamente, pero lo que sí que recuerdo es que nos pareció baratísimo para el estándar islandés, así que es un lugar súper asequible.

No hace falta que os diga que lo recomendamos 100 %. Minilik nos pareció simplemente perfecto.

¡Qué hambre me está entrando solo de verlo! 😋
¡Qué hambre me está entrando solo de verlo! 😋


Una aurora (un poco rara) de despedida

Tuvimos la suerte, para rematar un precioso día, de encontrarnos con una aurora un poco curiosa al salir de Minilik.

El tema era este: había una aurora en el cielo, peeeeero el cielo estaba cubierto por una capa de nubes. Me imagino que si las nubes son muy espesas, no se aprecia nada, pero estas debían ser bastante finas porque se veía claramente que algo estaba pasando detrás de ellas.

Por algún motivo que desconozco, el resplandor que se veía en las nubes, en lugar de ser verde, que parece lo más normal, era totalmente naranja. El cielo era absolutamente naranja, y este color naranja estaba en las nubes, que reflejaban la actividad que claramente había más arriba.

Aquí no se ve especialmente naranja, pero se ve que algo está pasando, porque debería ser noche cerrada y no lo es
Aquí no se ve especialmente naranja, pero se ve que algo está pasando, porque debería ser noche cerrada y no lo es

Era un cielo bastante impresionante, muy diferente a todo lo que habíamos visto antes, tanto en Islandia como fuera de ella.

Al principio todo el cielo estaba nublado y, por lo tanto, todo él era uniformemente naranja, pero a medida que fue pasando el tiempo, las nubes empezaron a clarear y entre los jirones de nubes ¡ahí estaba la aurora! Entonces teníamos las nubes naranjas y la aurora verde entre medias. Muy alucinante.

Cielo apocalíptico sobre Flúdir
Cielo apocalíptico sobre Flúdir

Como os podéis imaginar, el cielo tenía un aspecto muy caótico y bastante único: estoy segura de que aunque alguna vez volvamos a ver auroras boreales (¡que espero que sí!) ninguna va a ser parecida a esta. En total nos fuimos de Islandia con cuatro auroras vistas, lo cual es un regalazo, y para nosotros Islandia siempre va a ser un lugar especial por esto, por ser el país en el que por primera vez vimos el cielo danzar 💚💚💚

Cielo bicolor super curioso, desde nuestro balcón de Guesthouse Flúdir
Cielo bicolor super curioso, desde nuestro balcón de Guesthouse Flúdir

Como siempre, más abajo os dejo una pequeña galería de fotos adicionales, y creo que este va a ser el enfoque de todos los posts de este viaje, ya que van a ser posts más cortos de lo habitual, puesto que solo cubren un día de viaje, pero al mismo tiempo, hay muchas cosas que os quiero enseñar, ya que todo en este país es tan sumamente fotografiable que es una pena dejar fotos fuera por falta de espacio en el post (podéis hacer clic en las imágenes para verlas en grande).

Y hasta aquí este post del Día 13 de nuestro roadtrip por Islandia de dos semanas en noviembre, y con este post nuestro relato del viaje se acerca peligrosamente a su final. Os recomiendo que no os perdáis lo que queda porque aún tenemos alguna actividad muy, muy molona que contaros y que podréis ver muy pronto en el post del Día 14. ¡No tardará en llegar!

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2 Comments

  • Ariadna

    Hola!!
    Estoy organizando mi viaje a Islandia en noviembre y estaba siguiendo todos sus post que me han sido de gran utilidad y me encantan! Y me preguntaba si tienes pensado hacer los dos días que faltan.
    Muchas gracias!!

    • Débora

      ¡Hola, Ariadna! ¡Qué guay que vayas a hacer este viaje, y qué ilusión que te sirvan los posts! 🙂 La verdad es que ahora mismo tengo el blog muy paradito a raíz de la pandemia y no he conseguido pillar otra vez rutina de escribir… ¡A ver si me animo y los termino! ¡Que disfrutes del viaje! 🙂

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