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Islandia en noviembre – Día 4 – Hacia el norte

¡Hola, viajer@s!

Vuelvo hoy al ataque con un nuevo capítulo de nuestro roadtrip de 2 semanas por Islandia en noviembre. Recapitulando, llevo ya publicados unos cuantos posts sobre este viaje: un post introductorio con información útil que debéis saber antes de viajar a Islandia; el post del Día 1 del viaje en el que os cuento nuestra llegada, nuestra visita a la impresionante Laguna Azul y nuestra primera toma de contacto con Reikiavik; el post del Día 2, que dedicamos íntegramente a la capital; y el post del Día 3, en el que exploramos la bonita península de Snaefellsnes.

En el post de hoy sobre el Día 4 os voy a contar lo que vimos en nuestra ruta desde la península de Snaefellsnes hasta la zona ya norte de la isla, en la región de Varmahlíd, donde pasamos esta noche.

Os dejo aquí abajo un mapa con el recorrido de este Día 4:




Desayuno e inicio del día

Como os contaba en el post anterior, la noche del Día 3 la pasamos en el alucinante Hótel Búdir, en la propia península de Snaefellsnes, así que aquí es donde debo iniciar el relato de este Día 4.

Nos levantamos prontito y nos dirigimos a la zona donde se sirve el desayuno con la idea de desayunar fuerte para coger fuerzas para la mayor parte del día, pasar con fruta la comida del mediodía para no tener que perder tiempo comiendo en ningún restaurante ni tener que liarnos con bocadillos, ya que no disponíamos de cocina ni utensilios para prepararlos, y ya cenar tirando a pronto después cuando llegásemos a nuestro alojamiento del día.

El delicioso desayuno del Hótel Búdir
El delicioso desayuno del Hótel Búdir

El desayuno era excelente. Se trata del típico desayuno tipo buffet en el que te sirves lo que quieres, y la verdad es que era muy completo y quedamos la mar de satisfechos. Había varios tipos de cereales disponibles, bollería (como croissants y tortitas), diferentes tipos de pan, mantequilla y mermeladas para untar, la zona de quesos y embutidos, que también incluía tomate y pepino cortado ya a rodajas para añadir a los sándwiches, y después ya la zona de desayuno tipo británico, con huevos revueltos, salchichas, judías con salsa de tomate, etc. Había también diferentes piezas de fruta fresca. Y no olvidemos, por supuesto, la zona de cafés, infusiones y zumos de fruta.

Decididamente, fue el desayuno de los campeones para cargarnos de energía y salir a explorar de nuevo la preciosa Islandia. ¡De 10!

Empezando el día con fuerza y con alegría
Empezando el día con fuerza y con alegría

Durante el día anterior habíamos estado dándole vueltas a la mala suerte que habíamos tenido esa mañana al visitar la montaña de Kirkjufell, que tanto nos apetecía ver, y durante cuya visita nos cayó buena tromba de agua, con lo que no pudimos disfrutar de ella como nos hubiese gustado (todo esto lo tenéis explicado con detalle en el post del Día 3).

Pues los dos nos habíamos quedado con el runrún de ver Kirkjufell de nuevo en mejores condiciones, así que decidimos que intentaríamos visitar «la montaña en forma de punta de flecha» de nuevo lo primero esta mañana, antes de emprender nuestro camino hacia el norte de la isla.

Había una carretera, la 54, que nos subía prácticamente hasta Kirkjufell de forma directa, y en 35 minutos estábamos de nuevo allí. Como habíamos madrugado e íbamos bien de tiempo, pensábamos que era una jugada redonda.

Pero claro, esto es Islandia, en noviembre y pronto por la mañana (por lo que por ahí no había pasado ni el tato desde el día anterior), por una carretera no muy principal y que empezaba a ganar bastante altura, ya que tiraba para arriba… El panorama, básicamente, era este, solo que en la foto no se aprecia la niebla bastante densa que había:

No se aprecia demasiado la niebla aquí, pero nos dio miedito
No se aprecia demasiado la niebla aquí, pero nos dio miedito

Total, que nos pilló un poco todavía de pipiolos conduciendo con este tipo de condiciones, y entre la carretera helada y, sobre todo, la niebla, que era lo que más acojonaba, nos tocó abortar misión y volver por donde habíamos venido con el rabo entre las piernas. Tal vez más adelante en el viaje, cuando ya hubiésemos tenido un poco más de experiencia en este tipo de conducción, todo esto nos hubiese parecido más asumible, pero en este momento nos pareció que era jugárnosla mucho, además para ver algo que ya habíamos visto el día anterior, aunque no todo lo bien que nos hubiese gustado, pero bueno…

En fin, son cosas que pasan: no siempre los viajes salen exactamente como esperas y hay visitas que no puedes hacer (nos pasó, ya llegaremos a ello más adelante en el roadtrip, ya que fue en la zona sur de la isla) o que te toca hacerlas en unas situaciones que no son las ideales. Es cuestión de asumirlo y seguir adelante con tu viaje sin dejar que estos contratiempos te amarguen la experiencia.

Monumento chulo que nos encontramos a mitad camino
Monumento chulo que nos encontramos a mitad camino


Hacia el norte

A la hora de planificar la ruta del roadtrip y de dimensionar el viaje y las paradas en función de los 15 días que teníamos, me tocó tomar una serie de decisiones duras que implicaban descartar zonas enteras de la isla que tenían una pintaza, pero a las que no podíamos llegar humanamente con esa duración del viaje, y menos con las pocas horas de sol que teníamos al día.

Una de estas zonas descartadas fue la llamada Westfjords o fiordos del Oeste. Se trata de otra enorme península situada al norte de la de Snaefellsnes, donde nos encontrábamos.

En un mundo ideal en el que no hubiese restricciones de tiempo ni de dinero a la hora de viajar, esta sería la siguiente parada del roadtrip. Lo menciono porque, si vosotr@s vais con más tiempo que nosotros, tal vez explorar la zona de los Westfjords podría ser una buena opción.

Nosotros, sin embargo, tuvimos que ceñirnos al plan establecido, dejar pasar los Westfjords y dirigirnos ya hacia el norte de la isla. Como ocurre a menudo en la vida, para poder subir, primero hay que bajar, y eso es lo que nos pasó exactamente a nosotros, ya que nos tocó deshacer bastante camino del que recorrimos el día anterior, dirigiéndonos ahora hacia el sur, hasta la población de Borgarnes, para volver a enganchar la Ring Road, la carretera nº 1 de Islandia, que da la vuelta a la isla, y que es la que nos permite dirigirnos al norte.

Este día 4 fue una etapa con bastante conducción (unas 5 horas en total) y pocas visitas para hacer, pero la ruta es chulísima y la felicidad de llegar ya al norte de la isla, a una zona bastante poco turística y menos conocida, era indescriptible.

La naturaleza es alucinante
La naturaleza es alucinante

Cañón Kolugljúfur

Nuestra primera parada, a 2:45 h de conducción desde el Hótel Búdir, era el cañón Kolugljúfur. Impronunciable, sí, lo sé.

Los últimos 3 km del trayecto para llegar al cañón son por un camino de tierra, tenedlo en cuenta según el tipo de coche que llevéis.

Además, para llegar al parking, hay que cruzar justo antes con el coche un pequeño puente que atraviesa todo el cañón y que, la verdad, da un poquillo de rollos.

Una vez hayáis aparcado, veréis que estáis ante una cascada bastante amplia, llamada Kolufossar, que cae a un profundo y estrecho cañón, llamado Kolugljúfur.

Cascada cayendo sobre el cañón Kolugljúfur al atardecer
Cascada cayendo sobre el cañón Kolugljúfur al atardecer

Al mismo nivel de la carretera y el parking veréis que hay un pequeño mirador, pero también se puede bajar un poco por una pequeña senda que te permite acercarte algo más tanto al cañón como a la cascada y obtener mejores vistas.

A partir de ahí, puedes ir recorriendo el lateral del cañón por los peñascos todo lo que quieras o lo que te permita el terreno y tu aprecio por tu integridad física.

Llama la atención el color azul precioso que tienen las aguas que fluyen por el cañón y, además, según la leyenda local, este cañón fue excavado por la troll Kola.

A pesar de no ser lo que más recordaréis de vuestra visita a Islandia, ni mucho menos, se trata de una visita bonita que vale la pena hacer, ya que no os llevará mucho más de media horita y, oye, ¡todo suma a la experiencia!

El impresionante cañón Kolugljúfur y sus preciosas aguas azulísimas
El impresionante cañón Kolugljúfur y sus preciosas aguas azulísimas

Hvítserkur

La siguiente parada fue Hvítserkur, a unos 45 minutos de conducción del cañón Kolugljúfur, desde donde simplemente hay que conducir en dirección norte, primero por la carretera 715 y luego por la 716, adentrándoos en la península de Vatnsnes. Una vez lleguéis al parking, hay un breve paseo por una senda (unos 3 minutos) hasta el mirador para ver Hvítserkur.

¿Pero qué es Hvítserkur, exactamente? Pues se trata de un farallón enorme de 15 metros de altura en medio del mar con forma como de animal bebiendo agua. A mí personalmente me parecía como un mamut o algo así. Según la leyenda, sin embargo, Hvítserkur era un troll al que sorprendió el amanecer mientras trataba de destruir el cercano monasterio de Thingeyrar.

Tal vez os estáis preguntando qué narices es un farallón. Pues bien, Wikipedia lo explica la mar de bien así: «Un farallón es un promontorio rocoso que se alza sobre el mar cerca de la línea de costa, originado por la acción erosiva de las olas sobre las partes más blandas de un acantilado. Esta forma de relieve resultante constituía con anterioridad parte de la tierra firme, pero quedó aislada por los efectos del oleaje al desencadenarse un proceso de erosión que comienza con la excavación de una cueva en la pared del acantilado. Con el tiempo se formará un arco o puente que terminará por derrumbarse, dando lugar a unos salientes aislados que reciben el nombre de farallones. Estos seguirán sufriendo la acción erosiva marina hasta quedar reducidos a arrecifes, la fase final del ciclo.» Curioso proceso, ¿verdad?

El farallón visto desde el mirador superior
El farallón visto desde el mirador superior

Desde el mirador se tienen vistas chulas, pero desde allí mismo baja una pequeña senda que te permite descender hasta la mismísima playa de arena negra, desde donde las vistas (y las fotos) son mucho mejores. Ojo con el caminito que es empinado y resbaladizo, así que llevad calzado de montaña apropiado.

Desde abajo, el lugar es mágico. Simplemente volver a pisar una playa de arena negra ya es emocionante, pero es que ver el farallón de cerca, poder apreciar sus enormes dimensiones y verlo frente a las montañas nevadas que tiene de fondo con la perspectiva de a pie de playa es una pasada. Es un lugar muy, pero que muy fotogénico y si os gusta la fotografía y tenéis suerte de que no haya demasiada gente (nosotros sí que la tuvimos, es lo que tiene viajar en temporada baja), aquí os podéis divertir un montón.

También hay una pequeña cascada que baja por el acantilado justo en frente del farallón y desagua al mar por toda la arena negra.

¡Hola! ¡Soy feliz! :)
¡Hola! ¡Soy feliz! 🙂

Una parada totalmente recomendable, a la que le podéis dedicar tal vez una horita si os liais a hacer fotos.

Este día solo tenía estas dos paradas y el objetivo era más que nada salir de la península de Snaefellsnes y avanzar hacia el norte y el este, siguiendo nuestro roadtrip en la dirección de las agujas del reloj. Para nosotros esta fue la visita más chula del día (aunque solo había dos, así que en fin…) y personalmente Hvítserkur nos encantó.

También nos interesaba llegar prontito a nuestro alojamiento de este día para poder disfrutar de él y poder fotografiarlo con algo de luz, sin apurar tanto como el día anterior.

Paseando frente a Hvítserkur
Paseando frente a Hvítserkur


Dónde alojarse en la zona noroeste de Islandia – Hestasport Cottages

Como os comentaba, teníamos bastante interés en llegar de día a nuestro alojamiento de este Día 4, Hestasport Cottages, en la población de Varmahlíd, y esta vez lo conseguimos 💪

Hestasport Cottages es un pequeño complejo de ensueño con 7 cabañitas de madera formando una pequeña aldea o círculo alrededor de una piscinita de agua termal caliente, y con vistas a las montañas del valle Skagafjördur. Una auténtica monada.

Tanteando la temperatura del agua: calentita e ideal
Tanteando la temperatura del agua: calentita e ideal

Nuestra cabaña, que era la típica cabaña de película, de maderita, acogedora, en medio de la nada y rodeada de montañas nevadas, se llamaba Fjárhús, que significa «la casa de la oveja», y toda la decoración estaba basada en las ovejas, un animal tan típico islandés y con tanta importancia en la cultura y en la economía del país. Desde los cojines estampados con ovejitas, hasta las pieles reales de oveja cubriendo el mobiliario, pasando por cuadros y peluches de ovejas, todo estaba perfectamente ambientado, cuidando todos los detalles. ¡Incluso las perchas eran cuernos de ovejas! Una pasada.

El nombre de nuestra cabaña es "la casa de la oveja"
El nombre de nuestra cabaña es «la casa de la oveja»

Además de bonita, era súper práctica, ya que estaba perfectamente equipada: constaba de una cocina con fogones, nevera, microondas, etc., una mesa con sillas para comer, un sofá cubierto de pieles de oveja, dos estructuras formadas con palets para dejar las maletas abiertas en alto y una comodísima cama doble donde descansar y recuperar fuerzas. Algo que nos encantó es que estaba llena de ventanales por todos lados, por lo que se podía disfrutar de las vistas desde la cabaña hicieses lo que hicieses. Un detallazo que nos encantó también es que, aparte de las toallas para la ducha, había también dos albornoces para salir a la piscinita termal sin morir de frío. ¡Está todo pensado!

Y aquí, en Hestasport Cottages, es donde olimos por primera vez el azufre. Sé que es una frase extraña, así, fuera de contexto, pero yo os lo explico. Islandia, por sus características geográficas y físicas, cuenta con muchísima energía geotérmica, es decir, una energía renovable que aprovecha el calor que viene directamente de las entrañas de la madre Tierra.

Muaks!
Muaks!

Esto tiene innumerables ventajas, como que se trata de una energía totalmente verde y que es gratis, pero también tiene asociada una pequeña desventaja, y es que el interior de la Tierra, por lo visto, huele a azufre, que a su vez huele a huevos podridos, y así es como huele el agua caliente en Islandia. Es algo a lo que te acostumbras rápido, pero al principio, desde luego, choca, y mucho.

Cosas a tener en cuenta: el agua fría del grifo es buenísima, es de las más puras del mundo y se puede beber y usar para cocinar sin problemas. Nosotros, que usamos botellas de agua reutilizables, las llenábamos siempre del grifo. Sin embargo, el agua caliente tiene ese componente sulfuroso que hace que no sea potable, es decir, no se puede utilizar ni para beber ni para cocinar, pero sí para ducharse, calentar los hogares, lavar la ropa, etc. El agua caliente y el agua fría utilizan dos tuberías distintas para mantener estos dos tipos de agua, potable y no potable, separadas.

El resultado es que, sobre todo en el norte de la isla, que es donde más energía geotérmica se produce y se usa, las casas huelen vagamente a huevos podridos, y lo más chocante de todo es la ducha: ¡te duchas con agua que huele mal! Pero por lo visto es beneficiosa para la piel y para el pelo, así que, nada, hay que dominar la vena tiquismiquis y acostumbrarse a ducharse con agua sulfurosa.

Hestasport, un sitio donde da gusto pasar la noche
Hestasport, un sitio donde da gusto pasar la noche

Total, que aquí en Hestasport Cottages es donde primero nos explicaron todo esto y donde primero olimos el azufre, como os he dicho antes.

Esa noche cenamos tranquilamente en la cabaña, aprovechando la cocinita totalmente equipada y las provisiones que habíamos traído de España (básicamente, sobres de pasta de estos guarros de Gallina Blanca) y una vez fue ya noche cerrada, nos enfundamos los bañadores, nos tapamos con los albornoces y nos metimos en ese fantástico jacuzzi natural que teníamos a nuestra disposición al aire libre, y además lo teníamos para nosotros solos.

Calentita en la piscina termal de Hestasport
Calentita en la piscina termal de Hestasport

Estuvimos pendientes de mirar el cielo por si la aurora aparecía, pero las condiciones no eran muy buenas y no tuvimos demasiada suerte. Aun así, estar calentitos en una piscina de agua termal para nosotros solos, a dos pasos de nuestra cabaña, tomando una cerveza, mientras fuera del agua estaríamos sobre los 0 grados, nos pareció un auténtico lujo.

Sin dudarlo un segundo, recomendamos Hestasport Cottages como alojamiento ideal en la zona noroeste de Islandia y definitivamente volveríamos a alojarnos aquí, ya que el lugar es simplemente mágico.

Nuestra cabaña en Hestasport y nuestro coche de Lotus Car Rental
Nuestra cabaña en Hestasport y nuestro coche de Lotus Car Rental


Como siempre, más abajo os dejo una pequeña galería de fotos adicionales, y creo que este va a ser el enfoque de todos los posts de este viaje, ya que van a ser posts más cortos de lo habitual, ya que solo cubren un día de viaje, pero al mismo tiempo, hay muchas cosas que os quiero enseñar, ya que todo en este país es tan sumamente fotografiable que es una pena dejar fotos fuera por falta de espacio en el post (podéis hacer clic en las imágenes para verlas en grande).

Y hasta aquí el relato del Día 4 de nuestro roadtrip por Islandia de dos semanas en noviembre. Os recomiendo que estéis atentos al Día 5, ya que viene cargadito de visitas muy guays, y además la magia de Hestasport no termina aquí, aún queda una maravillosa sorpresa en forma de experiencia inolvidable que estoy deseando contaros. ¡Al loro, que no tardará en llegar!

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