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Islandia en noviembre – Día 11 – Zona sur central

¡Hola, viajer@s!

Después de un parón a causa de la situación actual provocada por el maldito coronavirus, vuelvo hoy con un post nuevo sobre nuestro roadtrip de dos semanas en noviembre por Islandia, ya que parece que las restricciones empiezan a levantarse y que, si todo va bien y la cosa no se tuerce mucho, estamos emprendiendo ya el camino hacia esa misteriosa «nueva normalidad» en la que, espero, podamos empezar a viajar de nuevo. Así que, aunque todavía falta mucho para eso y tenemos que seguir siendo muy cuidados@s, para celebrar estas pequeñas victorias y para inspiraros un poco con ideas viajeras, ahí va este post nuevo después de dos meses de parón.

Hoy le toca al turno al Día 11 del roadtrip. Tenéis ya un mogollonazo de posts en el blog de la serie de Islandia; aquí os dejo un resumen de todo lo publicado por si os habéis perdido alguno: un post introductorio con información útil que debéis saber antes de viajar a Islandia; el post del Día 1 del viaje, en el que os cuento nuestra llegada, nuestra visita a la impresionante Laguna Azul y nuestra primera toma de contacto con Reikiavik; el post del Día 2, que dedicamos íntegramente a la capital; el post del Día 3, en el que exploramos la bonita península de Snaefellsnes; el post del Día 4, en el que desde Snaefellsnes nos dirigimos ya hacia el norte de la isla; el post del Día 5, en el que recorremos la zona norte central y llegamos a la zona de Mývatn; el post del Día 6, en el que empezamos a explorar la zona de Mývatn; el post del Día 7, en el que acabamos de exprimir al máximo esta alucinante área de Mývatn; el post del Día 8, en el que recorremos la zona nordeste de la isla, alucinamos con Seydisfjordur y vemos por fin la ansiada aurora boreal; y el post del Día 9 en el que conducimos en dirección sur por toda la costa este del país, recorriendo sus maravillosos fiordos; y el post del Día 10, en el que visitamos algunos de los platos fuertes del viaje como Stokksness, Jókulsárlon o la Playa de los Diamantes.

Svartifoss en todo su esplendor
Svartifoss en todo su esplendor

En este Día 11 recorrimos la zona central de la costa sur del país, desde la zona de Skaftafell donde estábamos hasta otra de las playas más famosas de Islandia: Reynisfjara. Aquí os dejo un mapa con el recorrido de este Día 11.

Conducción en Islandia en invierno

Aunque ya nos encontramos en el sur de la isla y en nuestro caso el paisaje dejó de estar nevado, seguimos estando en noviembre en Islandia, y eso sigue significando conducir por carreteras en condiciones difíciles.

Nosotros no habíamos conducido en este tipo de condiciones nunca e íbamos con un poco de miedo, pero hemos de decir que con nuestro Dacia Duster 4 X 4 de Lotus Car Rentals con neumáticos de invierno, todos tachonados con clavos, no tuvimos absolutamente ningún problema.

De hecho, Félix, que es el conductor, considera que fue una experiencia muy interesante, didáctica e incluso divertida conducir por estas carreteras con este tipo de condiciones difíciles. Félix os va a preparar un post sobre cómo conducir en Islandia en invierno, con un montón de información práctica que estoy segura de que os resultará muy útil.

Sin embargo, en este día tuvimos una novedad, una dificultad nueva que se las arregló, como veréis al final de post, para desbaratarnos los planes. Después de haber vivido nieve, hielo, lluvias, niebla, y también días despejados, no podíamos irnos de Islandia sin experimentar también el viento. Pero viento, viento, ¿eh?

Os aseguro que conducir con un vendaval que te viene de lado por una súper llanura como el sandur por el que estábamos también es complicadillo, pero ya hablaremos de esto en profundidad más adelante. ¡Empecemos por el principio del día!

Kirkjugólf mola un montón
Kirkjugólf mola un montón

La zona central de la costa sur de Islandia

La costa sur de Islandia es la zona más turística y famosa del país, pero he de decir que lo es por un motivo: es sencillamente espectacular. Está llena de glaciares, cascadas y playas de arena negra alucinantes, entre otros muchos atractivos.

La mayoría de las personas que no hacen el roadtrip clásico alrededor de toda Islandia, ya sea porque no van días suficientes para bordear toda la isla, porque no les apetece conducir o simplemente porque desean centrarse en la parte más famosa del país, hacen precisamente eso: limitarse a recorrer la costa sur, el llamado Círculo Dorado y, en ocasiones, la zona oeste del país. Básicamente, todo lo que está a una distancia razonable de Reikiavik para hacer excursiones de un día desde la capital y volver a dormir al mismo lugar, aunque hay quien también alquila un coche y hace un roadtrip más reducido por la zona sur y oeste.

A lo que me refiero es que hay quien prefiere centrarse en esta zona sur y, especialmente si no vais demasiados días (en invierno al menos 15, como nosotros, por las pocas horas de luz; en verano tal vez se podría hacer en menos, quizá unos 12), considero que es una muy buena opción, ya que hay muchísimas cosas que ver y con las que alucinar, y algunas de las atracciones más famosas de la isla se encuentran en esta zona.

El alucinante cañón Fjadrárgljúfur
El alucinante cañón Fjadrárgljúfur

Cascada Svartifoss

Nuestra primera parada del día fue Svartifoss, que significa «la cascada negra». El parking de dicha cascada está a tan solo 5 minutos en coche del Hotel Skaftafell, donde habíamos pasado la noche anterior, y este parking es de pago (850 ISK, que son unos 6 EUR).

En el parking hay un gran centro de visitantes con un montón de información, tienda de souvenirs y baños.

La caminata desde el parking hasta la misma cascada es de unos 40 minutos y la dificultad de la caminata es media-baja. La pendiente de subida es bastante constante con algunos tramos más empinados, pero muy llevadera en general.

No hay tramos peligrosos de acantilados con pasos estrechos ni las condiciones eran resbaladizas o complejas en nuestro caso, como hemos comentado en otros hikings del viaje. Simplemente había que tener cuidado con el viento y no acercarse demasiado al borde de los acantilados.

Durante la caminata se pasa por otras cascadas que van amenizando el paseo: Þjofafoss, Hundafoss y Magnusarfoss. A los 25 minutos de caminata o así ya empiezas a tener vistas de Svartifoss, y son impresionantes, incluso desde lejos.

En 15 minutos más de caminata ya estás en la mismísima cascada y es genial, porque hay diferentes miradores que te permiten obtener distintas perspectivas. Hay incluso un puente de madera que cruza el río al que cae la cascada, por lo que tienes una visión frontal perfecta del precioso salto de agua.

Svartifoss es impresionante por las columnas basálticas de color negro que la bordean, de las cuales recibe su nombre, y cuyo aspecto es parecido al de un enorme órgano de iglesia.

Félix con el órgano de iglesia gigante que forman las paredes de Svartifoss
Félix con el órgano de iglesia gigante que forman las paredes de Svartifoss

Las columnas de la parte superior del acantilado parece que estén colgando, ya que no llegan hasta el suelo, y en noviembre estaban llenas de estalactitas enormes, ya que la cascada estaba parcialmente congelada, igual que el río al que cae el salto de agua.

La cascada en sí tiene unos 20 metros de altura y es bastante estrecha, por lo que queda como muy fina y elegante entre toda la columnata oscura que tiene a sus espaldas.

Este es otro de esos sitios de Islandia donde te puedes tirar un buen rato haciendo fotos, ya que hay diferentes puntos y miradores desde donde hacerlo, aunque yo creo que el mejor lugar para sacar unas buenas fotos es desde el propio lecho del río, ya que hay rocas que sobresalen del agua que te permiten meterte y tener perspectivas chulísimas.

Svartifoss es increíblemente fotogénica e impresionante, y es de nuestras cascadas favoritas del país, sin duda.

La vuelta al parking es fácil y rápida. El tiempo total de la visita es de 1:30 – 1:45 minutos, en función del tiempo que dediquéis a hacer fotos y entreteneros una vez allí en la cascada.

Las mejores fotos se hacen desde el lecho del río :)
Las mejores fotos se hacen desde el lecho del río 🙂

Systrafoss y Kirkjugólf

La conducción hasta el siguiente punto, Systrafoss, es de aproximadamente 1 hora, y destacan los 30 km de sandur que recorrimos que, como ya comenté en el post del Día 10, bautizamos como «la nada», y, a continuación, hay unos 10 km más de campo de lava. Desde luego, conducir por Islandia es de todo menos aburrido.

Justo antes de llegar a Systrafoss nos encontramos con el desvío para una paradita rápida adicional, Kirkjugólf, que significa «suelo de iglesia». Se trata de una pequeña zona de columnas basálticas erosionadas a ras con el suelo que hacen el efecto de ser un embaldosado en medio del campo, de ahí su nombre.

Se tarda solo unos 5 minutos desde el parking en llegar a la pequeña extensión de 80 m2 de Kirkjugólf, y la verdad es que es algo muy curioso de ver: podría pasar perfectamente por los restos de un piso de una casa antigua, pero su origen es totalmente natural.

Curiosísima la formación Kirkjugólf
Curiosísima la formación Kirkjugólf

Systrafoss es otra parada rápida para ver una cascada bastante altita donde el agua no cae, sino que simplemente va resbalando por la ladera de la montaña de manera más o menos diagonal.

Se supone que toda la parte de arriba de la montaña desde donde cae la cascada es un lago, llamado Systravatn, pero nosotros por falta de tiempo decidimos no subir. Si simplemente veis la cascada como nosotros la parada es de 5 minutos para tomar cuatro fotos (además, la parada es en las mismas afueras de un pequeño pueblo). Con el hiking al lago igual se te va a 1 hora o más, fácilmente. Una lástima, porque nos apetecía un montón, pero con las pocas horas de luz que teníamos había que priorizar.

La curiosa cascada de Systrafoss
La curiosa cascada de Systrafoss

Fjadrárgljúfur y Skaftáreldahraun

A solo 15 minutos en coche se encuentra la siguiente parada, el cañón Fjadrárgljúfur. Se trata de un cañón impresionante por donde discurre un río y al que caen un par de cascadas. Lo normal en Islandia, vamos 😍

Desde la misma Ring Road hay un entrador para el camino que lleva al parking del cañón. El camino hasta el parking son unos 3 km de carretera en muy mal estado, con muchísimos baches, piedras sueltas, barrizal, etc. Es una conducción complicada, y yo solo recomendaría hacerla con 4 X 4.

Después, desde el parking hasta los miradores para ver el cañón hay un paseo de unos 10 minutos a pie.

El cañón, hablando en plata, es la leche. ¡No nos imaginábamos para nada que fuese tan guapo!

El cañón Fjadrárgljúfur nos sorprendió muchísimo, nos pareció muy top
El cañón Fjadrárgljúfur nos sorprendió muchísimo, nos pareció muy top

Las paredes del cañón son de piedra negra, gran parte de ellas están recubiertas de un musgo de un verde muy vivo y las aguas que corren por el fondo del cañón son de un precioso tono turquesa. Y después están las dos cascadas. Casi nada.

Hay dos miradores diferentes y las vistas desde el de la izquierda especialmente son increíbles, ya que te permiten tener la perspectiva de todo el interior del cañón.

Esta visita, que bien podría ser el camino a Rivendel, en la Tierra Media, es 100 % recomendable. ¡A nosotros nos alucinó!

¡Fjadrárgljúfur podría ser Rivendel!
¡Fjadrárgljúfur podría ser Rivendel!

A partir de aquí, quedan unos 80 km hasta la playa de Reynisfjara, que era el destino final del día, de los cuales los primeros 30 son el campo de lava de Skaftáreldahraun, que es inmenso, parece interminable y es una pasada.

Hay un mirador para flipar con las vistas: todo lo que abarca la visión es el musgo verde que crece sobre la lava solidificada, tan característico de muchos de los campos de lava que hemos visto en el país, y que da el efecto de que todo el terreno está formado por pequeños montículos verdes.

Es una parada súper rápida y que no os podéis perder, porque la verdad es que es alucinante.

Vistas irrepetibles en el de lava de Skaftáreldahraun
Vistas irrepetibles en el campo de lava de Skaftáreldahraun

Reynisfjara

Se trata de la playa de arena negra más famosa del país. La extensión de arena de esta playa es enorme, y las características que la convierten en única y la hacen reconocible entre las muchas playas de arena negra de Islandia son los acantilados de columnas basálticas negras que forman uno de los laterales de la playa, por una parte, y por otra los farallones que aparecen en medio del mar frente a las columnas basálticas.

Esta era una de las playas y de los lugares en general que más ganas teníamos de visitar de todo el viaje, pero como todo nos había salido bastante rodado y bien hasta el momento, algún plan se nos tenía que fastidiar, y fue este 😪

La cuestión es que de camino a Reynisfjara pillamos un temporal horrible de viento y lluvia, con vientos de entre 85 y 100 km/h. Llevábamos ya unos días mal acostumbrados por el buen tiempo que estábamos teniendo y, sinceramente, nunca habíamos experimentado un vendaval así, y menos en una llanura enorme como la que estábamos, en la que no había nada que parase las rachas de viento.

Las rachas eran potentísimas, y tanto con el coche en movimiento como parado, daba la impresión de que iban a volcar el coche con nosotros y todo el equipaje dentro, haciendo de contrapeso. Y habéis visto el coche que llevábamos, un Dacia Duster, que tampoco es ningún tamagochi… Brutal. La verdad es que daba bastante miedo 😩

Estábamos también bastante mal acostumbrados durante todo el viaje a estar prácticamente solos en todos lados y pensábamos llegar allí y hacernos la típica foto de postal, pero entre el día de perros que hacía y el mogollón de gente que había ahí (posiblemente el sitio más abarrotado que vimos en todo el viaje), eso no fue posible.



Para empezar, salir del coche fue una auténtica odisea: trabajábamos en equipo para ayudarnos a salir, aguantándonos la puerta del coche el uno al otro para que el viento no la arrancase de cuajo y se la llevase volando. Ese era el nivel.

Los pocos metros que separan el parking del principio de la arena de la playa fueron un infierno: teníamos que avanzar los dos abrazados y afianzando muy bien los pasos para que el viento no pudiese con nosotros. De hecho, una vez llegamos a la arena y nos separamos, en serio os digo que a mí el viento me cogió, me levantó y se me llevó como diez o quince metros hacía el mar sin que yo pudiese hacer nada para evitarlo, y os podéis imaginar las olas que había con semejante temporal y hacia las que me estaba dirigiendo el viento, ¿verdad? Fue bastante chungo, porque durante unos momentos no tuve ningún control sobre hacia dónde se dirigía mi cuerpo y no podía hacer nada al respecto. En un momento pensé: «Débora, vas a tener que intentar tirarte al suelo», pero la súper racha de viento por suerte pasó y pude retroceder hacia el camino del parking.

Félix hubo un momento que se giró hacia donde creía que estaba yo y no me encontró y, cuando se dio cuenta, me encontró casi a mitad playa con cara de terror, así que abortamos misión y tuvimos que volver al coche. En algún momento, el gorro que llevaba Félix puesto salió volando y debió parar por las Islas Feroe 😂

Las columnas basálticas y uno de los farallones de Reynisfjara, desde bien lejos
Las columnas basálticas y uno de los farallones de Reynisfjara, desde bien lejos

En fin, que fue una experiencia bastante aterradora, la verdad. Desde luego, está en el top 3 de momentos chungos del viaje, junto con la bajada a pie a Studlagil Canyon y la bajada por carretera a Seydisfjordur cruzando el paso de montaña Fjardarheidi, ambas experiencias del Día 8.

Total, que después del susto, con el vendaval que hacía y con la lluvia que nos estaba cayendo, no era nada seguro estar en esa playa, así que volvimos al coche como pudimos e hicimos retirada rápida hacia nuestro nuevo apartamento.

Por último, algo muy importante que debéis saber: ese día hacía especialmente mal tiempo, pero hay que tener en cuenta que Reynisfjara es una playa muy traicionera independientemente de las condiciones climáticas y que se trata de un lugar peligroso por defecto ya que, por algún fenómeno que desconozco, tiene un tipo específico de olas como de mucho alcance hacia el interior de la playa que además llegan con muchísima fuerza, o sea que si te pillan, te arrastran con ellas hacia el mar y adiós muy buenas.

A este fenómeno en inglés se le llama «sneaker waves», es decir, algo así como olas que te pillan por sorpresa, u olas traicioneras, y ha habido muertes de turistas que se han confiado demasiado con ellas. De hecho, en YouTube está lleno de vídeos de olas llevándose a turistas en Reynisfjara; aquí podéis ver un ejemplo para que os hagáis una idea del tipo de ola y del tipo de fuerza y violencia del que estamos hablando.

Os cuento todo esto y os pongo el vídeo no para que tengáis miedo de ir ni mucho menos: ¡id, por favor! Es un lugar maravilloso, precioso, épico y ultrafotogénico. Pero id con cuidado y no seáis los típicos turistas temerarios e irresponsables, de los que acaban en vídeos de YouTube o, peor aún, en altamar.

Id mentalizad@s y con mucho respeto por este fenómeno de las olas traicioneras, no os acerquéis a la orilla más de lo necesario y no os distraigáis y le deis la espalda al mar para impedir que os pille desprevenidos, eso es todo.

Nuestra experiencia nos dio mucha rabia y mucha pena, porque no se podía considerar en estas condiciones que hubiésemos visitado realmente Reynisfjara ni disfrutado de ella, y es uno de los lugares más épicos del país. Es que de ese día solo tenemos un par de fotos miserables y mal hechas, porque no había narices a sacar el móvil: se iba volando. Así que decidimos que a la mañana siguiente, si el tiempo estaba algo mejor, volveríamos a intentarlo.

Por suerte, nuestro apartamento de ese día, Hvammból Guesthouse, estaba a tan solo 14 minutos exactamente en coche de la misma playa, y aun así os puedo asegurar que esos 14 minutos se nos hicieron muy largos con el vendaval y con el miedo a que el coche volcase.

Una de las poquísimas fotos de Reynisfjara de ese día
Una de las poquísimas fotos de Reynisfjara de ese día

El mejor lugar para dormir en la zona de Reynisfjara – Hvammból Guesthouse

Nuestro alojamiento para este Día 11 era un minicomplejito de 8 apartamentos llamado Hvammból Guesthouse, que está ubicado en un entrador de la propia Ring Road y, como ya he dicho, muy cerca de Reynisfjara.

Se trata de un negocio familiar y, como nos contaron sus amables dueños, Salóme y Óli, los apartamentos del 1 al 4 tienen un par de años, mientras que los del 5 al 8 son de mayo de 2019, así que prácticamente estábamos estrenando el nuestro, que era el número 8. Y la verdad es que se notaba.

Todo estaba nuevo, impoluto y pensado hasta el más mínimo detalle. Hay una zona muy práctica a la entrada del apartamentito con reposamaletas, perchero y espacio en general para dejar trastos, abrigos y botas y así mantener el apartamento limpio y despejado.

La zona de la cocina de nuestro apartamento Hvammból
La zona de la cocina de nuestro apartamento Hvammból

El apartamentito es tipo estudio e incluye una cama de matrimonio, dos mesitas de noche, una mesa con dos sillas y una cocinita muy bien equipada, con lavavajillas incluido. Hay numerosas ventanas que dejan entrar muchísima luz y todas tienen también cortinas oscuras para quien le moleste la claridad para dormir cuando se hace de día.

Una cosa que nos pareció un puntazo es que el suelo del baño estaba calefactado y se agradecía un montón. El baño era muy amplio y práctico.

Cada apartamento tiene además un pequeño porche con una mesita y dos sillas, para cuando el tiempo permita hacer vida afuera.

Esta noche cocinamos en el apartamento y cenamos allí, ya que no estaba la cosa como para salir a cenar a ningún lado, así que nos vino genial la cocinita tan bien equipada que tiene el apartamento, y tuvimos la oportunidad de relajarnos allí y hacerlo un poco nuestro. A pesar de que se oía el viento soplar y azotar fuera, nosotros estuvimos la mar de cómodos y calentitos en el apartamento, y fue una sensación muy agradable.

Reposando y planeando en nuestro apartamento de Hvammból
Reposando y planeando en nuestro apartamento de Hvammból

Todo tenía un aspecto nórdico muy chulo, como los apartamentos de las revistas de decoración y de diseño. Es un lugar bonito y acogedor, donde nos hubiese encantado poder pasar más noches para poder disfrutar tanto del apartamento como de la alucinante zona que lo rodea, pero como ya he puesto en algún post más de este viaje a Islandia, es lo que tienen los roadtrips: ves muchas cosas, pero normalmente en todos lados estás de paso, y en muchos (si tienes un número de días limitado para el viaje) te da la sensación de que te gustaría profundizar más.

Por ubicación, desde luego es ideal para explorar la zona, que está repleta de cosas maravillosas que ver. Como ya he dicho, el acceso es muy práctico, ya que se encuentra en un entrador de la misma Ring Road y un poco en medio de la nada, lo que hace que sea un lugar ideal también para cazar la aurora boreal si se dan buenas condiciones, ya que va a haber 0 contaminación lumínica.

En resumen, se trata del lugar perfecto para utilizar como base para explorar una zona tan alucinante y tan famosa: ¡recomendadísimo! Nosotros, si volvemos a Islandia (¡que la verdad es que nos morimos de ganas!) no lo dudaremos: nos volveremos a alojar en Hvammból Guesthouse.

Detalles en Hvammból Guesthouse
Detalles en Hvammból Guesthouse

Como siempre, más abajo os dejo una pequeña galería de fotos adicionales, y creo que este va a ser el enfoque de todos los posts de este viaje, ya que van a ser posts más cortos de lo habitual, puesto que solo cubren un día de viaje, pero al mismo tiempo, hay muchas cosas que os quiero enseñar, ya que todo en este país es tan sumamente fotografiable que es una pena dejar fotos fuera por falta de espacio en el post (podéis hacer clic en las imágenes para verlas en grande).

Y hasta aquí este post del Día 11 de nuestro roadtrip por Islandia de dos semanas en noviembre, un día en el que había cosas muy top que ver, pero en el que el tiempo islandés nos jugó una mala pasada que, además afectará también por desgracia al Día 12, os lo adelanto ya. Pero, ¿conseguiremos ver Reynisfjara en condiciones? ¿Qué pensáis? 😜 ¡No os lo perdáis, que os lo cuento muy pronto en el siguiente post!

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