ID Islandia en noviembre Día 9
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Islandia en noviembre – Día 9 – Fiordos del este

¡Hola, viajer@s!

Hoy vuelvo al ataque con un nuevo capítulo de nuestras aventuras por Islandia: hoy toca hablar del Día 9 de nuestro roadtrip por Islandia de dos semanas en noviembre. Tenéis ya publicados un montón de posts sobre este viaje, y os los voy a enumerar aquí para que les deis un repasón si lo necesitáis: un post introductorio con información útil que debéis saber antes de viajar a Islandia; el post del Día 1 del viaje, en el que os cuento nuestra llegada, nuestra visita a la impresionante Laguna Azul y nuestra primera toma de contacto con Reikiavik; el post del Día 2, que dedicamos íntegramente a la capital; el post del Día 3, en el que exploramos la bonita península de Snaefellsnes; el post del Día 4, en el que desde Snaefellsnes nos dirigimos ya hacia el norte de la isla; el post del Día 5, en el que recorremos la zona norte central y llegamos a la zona de Mývatn; el post del Día 6, en el que empezamos a explorar la zona de Mývatn; el post del Día 7, en el que acabamos de exprimir al máximo esta alucinante área de Mývatn; y el post del Día 8, en el que recorremos la zona nordeste de la isla, alucinamos con Seydisfjordur y vemos por fin la ansiada aurora boreal 💚 .

En este Día 9 teníamos una sola visita al principio y muchísima conducción hasta el final del día, ya que el objetivo era simplemente recorrer toda la costa este hacia el sur hasta llegar a Höfn, que era el punto en el que pasábamos la noche. En un principio parecía un día flojito, pero lo cierto es que en Islandia nada es lo que parece, y es difícil que un día en este país se te haga aburrido, aunque simplemente estés conduciendo.

Aquí abajo os dejo un mapa con el recorrido de este Día 9, desde Seydisfjordur hasta Höfn, en la punta sudeste del país.




Conducción en Islandia en invierno

Aunque este día abandonamos ya el norte de la isla, seguimos estando en noviembre en Islandia, y eso sigue significando conducir por carreteras en condiciones difíciles, aparte, claro está, de disfrutar de paisajes invernales preciosos.

Nosotros no habíamos conducido en este tipo de condiciones nunca e íbamos con un poco de miedo, pero hemos de decir que con nuestro Dacia Duster 4 X 4 de Lotus Car Rentals con neumáticos de invierno, todos tachonados con clavos, no tuvimos absolutamente ningún problema.

De hecho, Félix, que es el conductor, considera que fue una experiencia muy interesante, didáctica e incluso divertida conducir por estas carreteras con este tipo de condiciones difíciles. Félix os va a preparar un post sobre cómo conducir en Islandia en invierno, con un montón de información práctica que estoy segura de que os resultará muy útil.

Nuestro querido Dacia Duster 4X4 frente a montañas que ya no estaban nevadas, como las del norte
Nuestro querido Dacia Duster 4X4 frente a montañas que ya no estaban nevadas, como las del norte


Los fiordos del este de Islandia

El este de Islandia es probablemente la zona menos famosa y menos turística de la isla y, ciertamente, sus encantos son más sutiles que los del resto de zonas del país, pero eso no significa que sean inexistentes o que no valgan la pena.

Los fiordos del este son los paisajes más asombrosos de la zona, con pueblecitos encajados a orillas de los fiordos y al abrigo de las imponentes montañas que los rodean, como Seydisfjordur, que es nuestro punto de partida de este Día 9 y que intenté describir lo mejor que pude en el anterior post del Día 8.

Si nos alejamos de la costa y sus maravillosos fiordos y nos dirigimos un poco más al interior encontramos un enorme lago largo y estrecho llamado Lagarfljót, en torno al cual hay una leyenda similar a la del Lago Ness, ya que se cree que en él habita una misteriosa criatura en forma de serpiente llamada Lagarfljótsormur o gusano de Lagarfljót.

Junto a este lago encontramos otro mucho más pequeño, llamado Urridavatn, a orillas del cual se encuentran los que, en nuestra opinión, son los mejores baños termales de Islandia, los Vök Baths, de los que os hablaba en profundidad en el post del Día 8. Muy cerca de este lago se encuentra también la población más grande del este de la isla, Egilsstadir.

Como ya he mencionado, empezamos el día en nuestro bonito apartamento de Studio Guesthouse, en Seydisfjordur, nos despertamos prontito, desayunamos en el apartamento y, de nuevo, con cierto pesar, nos despedimos de Seydisfjordur, un pueblecito tan encantador al que sentimos que no le habíamos hecho justicia y que no le habíamos dedicado el tiempo que se merecía. Ahora que lo pienso, creo que estos momentos agridulces son una parte natural e intrínseca de los roadtrips: en todos los sitios estás de paso y, con un número de días limitado como el que teníamos nosotros, tienes que dejar atrás sitios maravillosos para dirigirte a otros sitios maravillosos nuevos, que también te dará pena abandonar.

Vistas que te obligan a parar y que te enamoran
Vistas que te obligan a parar y que te enamoran

Visita a Hengifoss

Desde Seydisfjordur hasta el parking de Hengifoss para visitar la cascada del mismo nombre, nuestra única visita del día, hay aproximadamente 1 hora de conducción.

Por supuesto, para salir de Seydisfjordur hay que volver a atravesar el puerto de montaña Fjardarheidi, del que os hablé largo y tendido (y con cierto temor) en el post del Día 8. Sin embargo, esta travesía del Día 9 la recuerdo menos extrema y menos chunga que la del día anterior, y no sé si será porque la experiencia es diferente si recorres el puerto en un sentido o en otro, porque la situación era tal vez diferente al ser ya de día, o porque la capacidad humana de adaptación y asimilación de las dificultades es verdaderamente sorprendente.

La cuestión es que lo atravesamos sin mayor problema y nos dirigimos a nuestra primera y única parada con visita del día: Hengifoss. Para ello tuvimos que llegar a la población principal de Egilsstadir, más hacia el interior y, desde allí, recorrer hacia el sur un buen trecho de la orilla este del alargado lago Lagarfljót del que os he hablado antes (como media horita bordeándola), aunque no tuvimos suerte y no hubo avistamiento del misterioso Lagarfljótsormur 😜

Ovejas pastando en la ladera que sube desde el mismo parking de Hengifoss
Ovejas pastando en la ladera que sube desde el mismo parking de Hengifoss

Aprovecho para comentar que Egilsstadir es un buen lugar para aprovisionarse, ya que hay gasolinera y también un supermercado de la cadena Netto que estaba abierto hasta en domingo, como era nuestro caso.

A partir de este punto ya se nota que estamos abandonando definitivamente el norte, ya que dejamos la nieve de lado y empezamos a recuperar tonos ocres, verdes y rojizos, y podemos volver a ver la piedra viva, cosa que en Islandia siempre es interesante, ya que hasta las piedras molan y son curiosas en este país.

Al llegar al parking de Hengifoss veréis que hay una paleta de información con datos interesantes sobre la formación de las columnas basálticas que veremos en esta visita.

Desde el parking nos espera una buena caminata hasta la cascada Hengifoss: nosotros tardamos 1:50 h en hacer el recorrido de ida y vuelta, incluidas, por supuesto, las paradas de rigor para hacer fotos y el avance lento por algunas zonas difíciles de las que ahora hablaré.

Además este trayecto es solo hasta un punto concreto del recorrido, no hasta la misma cascada, ya que el último tramo del camino está cortado debido a su reciente degradación a causa de las lluvias y del turismo excesivo, y de cara a su futura recuperación.

Se trata de un ecosistema sumamente frágil que hay que respetar: ¡turismo responsable siempre, gente! Si el camino está cortado y no se puede pasar, pues no se pasa.

Admirando todos los detalles de Hengifoss
Admirando todos los detalles de Hengifoss

Con respecto a la caminata en sí, en resumen diría que se trata de una subida constante hasta llegar a la cascada. Desde el parking parte una larga escalera que sube la colina y en seguida se ve Hengifoss a lo lejos. La subida es empinada sobre todo al principio, llega un punto en el que la escalera inicial se convierte en senda, y la pendiente se suaviza bastante al llegar al borde del cañón.

En general, el trayecto es fácil y la pendiente es llevadera, solo que, al menos en noviembre, hay algunos tramos con nieve y hielo que dificultan mucho el avance y hacen que algunos trozos sean peligrosos. No llega al nivel de locos del descenso al Cañón Studlagil, del que os hablaba en el anterior post del Día 8, pero también hay algunos trozos que se las traen, sobre todo uno justo al final, en nuestro caso, donde sí que había placas de hielo en el camino con caída al vacío del cañón a un lado, pero al menos el sendero era bastante amplio y daba algo más de seguridad que el de Studlagil.

Lo bueno de esta caminata es que en todo momento ves tu destino, incluso prácticamente desde el parking: ves la cascada arriba a lo lejos y entonces en todo momento la tienes ubicada y sabes cuál es tu objetivo y dónde está. Es como un apoyo psicológico, sabes que está ahí y la vas viendo intermitentemente y cada vez más cerca a lo largo del trayecto.

Al principio del recorrido, Hengifoss al fondo y al centro
Al principio del recorrido, Hengifoss al fondo y al centro

Justo a mitad de camino de la ida, es decir, a los 30 minutos de caminata, tienes tu primera recompensa, un bonus muy sabroso que es prácticamente equiparable al premio gordo de la caminata, que sería Hengifoss.

Este bonus en forma de cascada adicional se llama Litlanesfoss, y es simplemente maravillosa. Las vistas a esta cascada desde la senda al borde del cañón son muy buenas, y destacan sobre todo las omnipresentes columnas basálticas que cubren todas las paredes del cañón y bordean la cascada. Espectacular.

Después de este alto en el camino, hay que caminar 20-30 minutos más hasta llegar a Hengifoss, o más bien hasta el último mirador disponible en el camino que lleva a Hengifoss, ya que la cascada queda en realidad bastante lejos.

Littlanesfoss es muy top
Littlanesfoss es muy top

Y es una auténtica lástima, porque más de cerca se apreciarían mejor todos los detalles de esta cascada tan especial. Hengifoss tiene la peculiaridad de que las paredes que la rodean tienen unas bonitas y llamativas vetas horizontales en tonos rojizos que la hacen realmente especial.

Sin embargo, como el paisaje estaba medio nevado y la cascada estaba parcialmente congelada, costaba más detectar estos colores, y la distancia tampoco ayudaba.

Se trata de la tercera cascada más alta de Islandia, ya que el agua se precipita desde nada menos que 128 metros de altura. Por cierto, en Hengifoss hacía mucho, pero mucho frío.

El camino de vuelta es algo más rápido que el de ida y, excepto por los tramos con hielo que encontramos, es muy fácil. Además, a la vuelta se obtiene una perspectiva diferente del lago Lagarfljót que hemos bordeado en coche al venir, ya que a la subida este quedaba a nuestras espaldas. Ahora, a la vuelta, teniéndolo de frente y desde las alturas como estamos, las vistas son espléndidas.

Por desgracia, apenas se distinguen la vetas rojas horizontales (un poco a la derecha, nada más...)
Por desgracia, apenas se distinguen la vetas rojas horizontales (un poco a la derecha, nada más…)

Conducción hasta Höfn por los fiordos del este de Islandia

Después de esta visita, el objetivo de este día era simplemente llegar a Höfn, en la punta sudeste de la isla para hacer noche ahí. Para ello hay que chuparse casi 4 horas más de conducción para recorrer los 290 km que separan un punto del otro siguiendo la Ring Road por la costa, que va entrando y saliendo por todos los fiordos.

Hay una ruta un poco más corta por el interior, siguiendo la carretera 95 en lugar de la Ring Road, pero esta carretera es más montañosa, mientras estuvimos nosotros estaba en obras y, además, no es de fiar, ya que en invierno es probable que esté cerrada. Esto ya lo habíamos leído antes de ir a Islandia, que se trataba de un punto problemático y, efectivamente, una vez allí pusimos el destino en Google Maps y nos envió directamente por la Ring Road, ruta más larga y por los fiordos, en lugar de por la 95, ruta más corta y por el interior, diciendo que esta última estaba cerrada.

Sin embargo, a pesar de la longitud de la ruta, he de decir que la conducción de Egilsstadir hasta Höfn es una atracción en sí misma.

Conducción con estas vistas no es conducción
Conducción con estas vistas no es conducción

Dejamos definitivamente atrás las nieves que lo cubren todo y el hielo para, a partir de ahora verlos solo en las cimas de las montañas interiores y en los glaciares.

La carretera está en perfecto estado y ya se pueden volver a apreciar los perfiles afilados de las montañas y acantilados, los variados colores del terreno y los diferentes estratos y vetas en las laderas de las montañas.

Los tres primeros fiordos (Reydarfjordur, Faskrudsfjordur y Stodvarfjordur) tienen un corte de montaña similar al de Seydisfjordur, del que venimos de pasar la noche anterior, con el mismo tipo de montañas abruptas, mismo tipo de vetas, etc.

Posteriormente, el paisaje empieza a cambiar, y lo que podéis esperar del resto del trayecto, de la parte más sur de esta costa este, es multitud de mini-cascadas bajando por las montañas, formaciones rocosas curiosas de todo tipo (incluidos espectaculares farallones dentro del mar), pequeños campos de lava, fiordos con costas más suaves, playas de arena y piedra negra, marismas con ese color negruzco característico del terreno de la zona y montañas yo diría que más pequeñas pero con mucha cresta de roca viva, en contraposición con el perfil de montaña más grande pero más plana y erosionada de la zona del norte de la isla.

Playas de arena negra, farallones y atardecer
Playas de arena negra, farallones y atardecer

A partir de un poco antes de llegar al Faro Hvalnes, el terreno vuelve a cambiar y pasamos a una zona algo más volcánica: las montañas son negras y hay laderas enteras formadas por piedras negras muy pequeñas, casi como si fuese gravilla volcánica natural; se trata de un material volcánico llamado tefra. Muchas de estas montañas están cubiertas en la base por un musgo verde muy llamativo.

Y este es el paisaje que os espera básicamente hasta Höfn: montañas negras, playas de arena negra, algún farallón y sensación de cierto peligro de desprendimiento desde las montañas que bordean la carretera, ya que se ven piedras caídas en el borde de la Ring Road.

Esta larga conducción desde Hengifoss se puede resumir de la siguiente manera: no hay nada en concreto destacable o súper top, simplemente se trata de una conducción preciosa en general. Es una zona de conducción muy divertida y, a pesar de ser unas 4 horas de coche, se pasan volando viendo el paisaje y, sobre todo, cómo va evolucionando. Es fascinante.

Bonito lugar para hacer un alto en el camino en uno de los fiordos del este de Islandia
Bonito lugar para hacer un alto en el camino en uno de los fiordos del este de Islandia


Dónde dormir en la zona de Höfn – Aurora Cabins

Seguimos con nuestra racha de suerte en cuanto a alojamientos, ya que hasta ahora habíamos acertado con todos ellos, y llegamos por fin al alojamiento de este Día 9: las cabañitas Aurora Cabins.

Se trata de 4 cabañitas de madera un poco en medio de la nada, en un entrador de la propia Ring Road, en un pequeña colina y a tan solo 3 km de distancia de la población de Höfn.

Es una monada verlas en el paraje en el que se encuentran, con las montañas nevadas de fondo. Por fuera, las cabañas tienen un aspecto encantador, y por dentro, esta impresión se confirma.

El cartel que te da la bienvenida a Aurora Cabins, con las cabañitas al fondo
El cartel que te da la bienvenida a Aurora Cabins, con las cabañitas al fondo

El interior es más moderno que el exterior, que tiene un aspecto más rústico, al ser todo de madera. El interior de la cabaña es muy luminoso, está decorada toda en colores claros, el suelo es de madera blanca, hay muchísimas ventanas para que entre la luz y disfrutar de las vistas y todo tiene un aspecto moderno y tiene pinta de ser súper nuevo. Todo muy nórdico.

Cada cabaña tiene un tamaño más que digno de 35 m2, y consta de un dormitorio con dos camas (una doble y una individual, una a cada lado de la habitación), una zona abierta de salón y cocinita, donde en un apartadito hay otra cama individual (con lo cual pueden dormir hasta 4 personas en una cabaña), y un práctico baño con ducha estilo walk-in.

La cocina está muy bien equipada, con fogones, nevera, microondas, hervidor de agua y demás utensilios de cocina, y cuenta también con una mesa y 4 sillas para comer tranquilamente allí.

Muero de amor con Aurora Cabins
Muero de amor con Aurora Cabins

Si lo preferís y el tiempo lo permite, también se puede comer en el propio porche que tienen cada una de las cabañitas, donde encontramos otra mesa y más sillas de exteriores, una estupenda barbacoa y un baúl con todo tipo de trastitos para matar el tiempo (frisbee, pelotas, raquetas…). Este porche es un auténtico lujo: todo de madera y con vistas a las montañas, para sentarte a disfrutar de la paz del lugar.

En el interior de la cabaña se estaba muy calentito, ya que hay radiadores por todos lados, así como un aparato de aire acondicionado en el salón.

Aunque no había armarios, como en muchos de los apartamentitos en los que estuvimos, me gustó el detalle de que sí que había muchísimas perchas y percheros por todos lados, lo cual se agradece, especialmente en invierno, para tener un sitio en el que colgar toda la cantidad de chaquetas, gorros, bufandas, polares, etc. que llevábamos, y no tener que hacer un montón con todo eso en el sofá o en una silla. Puede parecer una tontería, pero he estado en alojamientos en los que no hay ni una triste percha, y la verdad es que es muy incómodo.

La cocinita de Aurora Cabins
La cocinita de Aurora Cabins

Las cabañas son bastante amplias, el espacio está muy bien aprovechado y el detalle del porche privado con la barbacoa me parece un puntazo, especialmente para las épocas de buen tiempo.

Sinceramente, el sitio me parece una auténtica pasada: es especial, es encantador, es inolvidable. En una cabaña de Aurora Cabins me pasaría yo una buena temporadita de desconexión sin dudarlo, y más teniendo en cuenta todas las maravillas naturales que la rodean y que os contaré en el post del Día 10.

El agradable interior de Aurora Cabins
El agradable interior de Aurora Cabins

Visita a Jón Ríki

Una vez completamente instalados en Aurora Cabins, decidimos irnos a tomar una cerveza y a cenar a una microcervecería-restaurante que Félix había encontrado por la zona, un lugar llamado Jón Ríki, que se encontraba a 20-30 minutos en coche.

¡Y menudo acierto! ¡Menudo sitio más chulo y auténtico se sacó Félix de la manga!

Se trata de otro edificio un poco en medio de la nada (tiene pinta de ser una granja reconvertida, o algo así), y el interior no puede ser más alucinante: el techo interior está formado por placas metálicas de diferentes colores, todo el resto está hecho en madera (la barra, por ejemplo, está hecha de pequeños tronquitos de madera), hay un escenario en la esquina de la gran sala rectangular donde está el salón con las mesas, y en dicho escenario hay una batería montada, un piano e infinidad de instrumentos de todo tipo colgados en la pared del escenario, desde un acordeón, hasta todo tipo de flautas, pasando por bandurrias, ukeleles, violines y demás. Simplemente alucinante.

Infinidad de instrumentos en el Jón Ríki, una auténtica pasada
Infinidad de instrumentos en el Jón Ríki, una auténtica pasada

El local es propiedad de un matrimonio de gente local muy amable: él se encarga de fabricar la cerveza y tiene pinta de que ella se encarga de la comida casera que ofrecen. No hay menú, solo los platos del día, que en nuestro caso nos sirvieron estupendamente: sopa de tomate de primero, Shepherd Pie de cordero para continuar y brownie de chocolate con helado para terminar. Todo delicioso 😋

Lo acompañamos con la única cerveza propia artesanal que tenían en barril en ese momento: una Berliner Weisse con arándanos fermentados en el tradicional yogur islandés llamado skyr, que aportaban lactobacilos, y que estaba realmente buena.

La verdad es que la cuenta no fue barata en absoluto: compartimos el entrante de la sopa de tomate, tomamos un Shepherd Pie cada uno, compartimos también el postre y nos tomamos 3 pintas de la cerveza en total, y salimos a unos 50 euros por persona al cambio. Sin embargo, teniendo en cuenta que estamos en Islandia donde los precios son los que son, que la comida era casera y de calidad, que la cerveza era local, no, lo siguiente, fabricada en la habitación de al lado, que el local era único y encantador y que, ¡qué narices!, estamos de vacaciones y de vez en cuando hay que darse un capricho, la verdad es que lo pagamos a gusto y disfrutamos mucho de la experiencia.

La deliciosa cerveza artesanal de Jón Ríki
La deliciosa cerveza artesanal de Jón Ríki

Segunda experiencia con la aurora boreal

Después de cenar volvimos a la cabaña y fuimos afortunados de nuevo, pues Aurora Cabins hizo honor a su nombre, y esa noche tuvimos la gran suerte de poder disfrutar otra vez del mayor espectáculo de la naturaleza: la aurora boreal.

Lástima que el índice de actividad era menor que el del día anterior, y eso se traduce en una aurora menos intensa. No os preocupéis, que Félix escribirá un post sobre auroras y sobre cómo cazarlas donde os detallará los resultados de sus investigaciones (estudios que vienen de su obsesión por la mala suerte de no haberlas podido ver en nuestros anteriores viajes a Finlandia y a Noruega).

Sin embargo, fue un auténtico lujo poderla ver desde el propio porche de nuestra cabaña, en pijama que íbamos, no os digo más. Así que punto grande y gordo a favor de Aurora Cabins: efectivamente ese porche tan molón es ideal no solo para hacer barbacoas, sino también para ver auroras boreales.

A pesar de que la intensidad en general fue menor que la del día anterior, sí que hubo momentos muy mágicos, donde la vimos con mucha claridad, bailando y cogiendo tonalidades rosas y moradas, cosa que el día anterior no sucedió. La realidad es que cada aurora es única, así que cada una de ellas es una experiencia excepcional y diferente a las anteriores.

Nuestra segunda aurora, desde el mismo porche de Aurora Cabins, haciendo honor a su nombre
Nuestra segunda aurora, desde el mismo porche de Aurora Cabins, haciendo honor a su nombre

Como siempre, tuvimos la sensación de que nos faltó tiempo este día para profundizar más en lo que estábamos viendo. Nos hubiese gustado poder explorar mejor los fiordos que recorrimos en coche, poder bajar a las preciosas playas de arena negra que vimos y pasear por ellas, y también ir a la propia población de Höfn, que es la principal ciudad del sureste de Islandia y no pudimos ni pisarla. Una lástima poderle dedicar tan poco tiempo al este de Islandia, porque aunque no sea una zona tan famosa, os digo yo que se merece mucho más de lo que le dimos.



Como siempre, más abajo os dejo una pequeña galería de fotos adicionales, y creo que este va a ser el enfoque de todos los posts de este viaje, ya que van a ser posts más cortos de lo habitual, puesto que solo cubren un día de viaje, pero al mismo tiempo, hay muchas cosas que os quiero enseñar, ya que todo en este país es tan sumamente fotografiable que es una pena dejar fotos fuera por falta de espacio en el post (podéis hacer clic en las imágenes para verlas en grande).

Y hasta aquí este post del Día 9 de nuestro roadtrip por Islandia de dos semanas en noviembre, un día que no prometía demasiado y que acabó siendo espectacular, como todos y cada uno de los que pasamos en el país. Sin embargo, si tuviese que quedarme con uno solo, aunque es una decisión muy dura, creo que me quedaría con el siguiente, con el Día 10, que espero que no tarde demasiado en llegar. En el Día 10 exploramos algunas de las zonas más famosas de Islandia, pero es que lo son por algo: la península de Stokksnes, Jökulsárlón y la Playa de los Diamantes. Hacedme caso: ¡este sí que no os lo podéis perder! 😜 😍

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