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Islandia en noviembre – Día 2 – Reikiavik

¡Hola, viajer@s!

Después de haber publicado ya el post introductorio sobre Islandia (con un montón de información útil que debéis saber antes de viajar al país, ¡no os lo perdáis!) y el post correspondiente al Día 1, en el que os cuento nuestra llegada, nuestro paso por la Laguna Azul y nuestra primera toma de contacto con Reikiavik, la capital del país, hoy os traigo un post en el que os cuento nuestro Día 2 en Islandia, el cual dedicamos íntegramente a recorrer Reikiavik.

Os dejo aquí abajo también un mapa con todos los puntos de Reikiavik que visitamos entre el Día 1 y el Día 2.



Paseo por el centro de Reikiavik

Hallgrimskirkja de día

La noche anterior nos habíamos acercado ya a ver la iglesia más famosa de la ciudad, Hallgrimskirkja, iluminada por la noche.

Sin embargo, es tan bonita y diferente que también queríamos verla de día y visitarla por dentro. El tiempo, por desgracia, no acompañaba, ya que nos hizo un día de perros: hacía unos 4 grados, estaba nublado, llovía y hacía bastante viento, así que desde luego no era un día ideal para pasear y disfrutar de la ciudad ni para hacer fotos bonitas, pero oye, es lo que nos tocó y hay que aguantarse.

Por suerte, nuestro apartamento de Rey Apartments estaba súper bien ubicado en el centro, a tan solo unos pocos minutos andando de Hallgrimskirkja, así que no tardamos nada en plantarnos ahí para verla de día.

Como ya comenté en el post del Día 1, cuando la visitamos de noche, esta es sin duda una de las iglesias más peculiares que he visto nunca, ya que el arquitecto se inspiró en las columnas basálticas presentes por todo el país para diseñar la fachada. El resultado me parece espectacular. Está construida en hormigón blanco, domina la silueta de la ciudad y es visible a 20 km de distancia. Se empezó a construir en 1945 y no se terminó hasta 1986, el tamaño y el diseño de la iglesia causaron muchísima polémica en aquel entonces y, por desgracia, su arquitecto, Gudjón Samúelsson, no pudo ver su obra terminada, ya que murió a los pocos años de haber comenzado las obras, en 1950.

Queríamos entrar a visitarla por dentro, pero, al igual que con el tiempo, tuvimos mala suerte, ya que al ser domingo, una persona que había en la puerta nos informó de que había misa y que, si entrábamos, teníamos que quedarnos sentaditos y hasta el final del servicio. No era nuestro plan, desde luego, y tampoco teníamos demasiado tiempo para ver tooooda la ciudad, solo ese día, así que nos quedamos sin poder visitarla por dentro…

He leído que por dentro es bastante sencilla, y que el interior contrasta bastante con el exterior por este motivo, ya que el exterior es realmente impactante. Y, por lo visto, lo que más destaca una vez dentro es el espectacular órgano.

Hallgrímskirkja en todo su esplendor
Hallgrímskirkja en todo su esplendor

Sólfar

Nuestra siguiente parada de esa mañana fue una bonita escultura llamada Sólfar, que se traduce como Viajero del Sol.

Se trata de una especie de esqueleto de barco vikingo a orillas del mar, con todas las montañas nevadas como telón de fondo, construido en un brillante color metálico.

La escultura quiere representar un bote de los sueños, una oda al sol. Evoca un territorio por descubrir, un sueño de esperanza, progreso y libertad. Simplemente me encanta, tanto el continente como el contenido.

Sin duda, uno de los lugares más fotografiados de Reikiavik, donde probablemente os tocará esperar vuestro turno para sacaros vuestra foto sin que haya ninguna otra persona que la estropee. ¡Y eso que era noviembre y teníamos la ciudad prácticamente para nosotros solos! No quiero ni pensar cómo estará en temporada alta…

Sólfar, preciosa escultura en el puerto de Reikiavik
Sólfar, preciosa escultura en el puerto de Reikiavik

Laugavegur

A continuación, nos dirigimos de nuevo a la principal calle comercial de la ciudad, Laugavegur, por la que ya habíamos pasado la noche anterior, ya que está justo al lado de nuestro apartamento, con el objetivo de curiosear por las diferentes tiendas de recuerdos y souvenirs en busca de algo chulo que llevarnos.

La variedad de tiendas es enorme ya solo en esa calle, así que seguro que no tendréis problema en encontrar algo que os guste: desde los típicos imanes (que nosotros coleccionamos y la verdad es que tenemos una nevera envidiable 😁 ), camisetas, pequeños objetos de artesanía, etc., hasta productos típicos, como prendas de lana de oveja islandesa, o ropa técnica para deportes al aire libre.

Si tenéis pensado comprar varias cositas de poco valor, os recomiendo que lo hagáis en la misma tienda y que esa tienda esté marcada como Tax Free, ya que de este modo vais a poder optar a que os devuelvan los impuestos (hasta un 14 % del precio total de vuestra compra).

Os explico cómo funciona, aunque en las tiendas os lo explican también muy amablemente: si compráis en tiendas Tax Free y os gastáis una cantidad superior a 6000 ISK (unos 45 euros, y creedme, se llega rapidito a esta cantidad), junto a vuestro ticket de compra os graparán otro papelito con un formulario que hay que rellenar y entregar en el aeropuerto de Keflavík el día de vuestro regreso a casa antes de hacer el check in, es decir, debería ser lo primero que hagáis al llegar al aeropuerto.



El ticket y el formulario te lo ponen dentro de una especie de folleto donde está todo claramente explicado: desde cómo rellenar el formulario (nombre, dirección, número de cuenta al que hacer el ingreso y poco más), hasta dónde está ubicada la oficina para reclamar estos impuestos en el aeropuerto, con un pequeño mapa incluido.

Se recomienda llevar encima (o al menos tener controlado donde están) todos los artículos correspondientes a los tickets que presentas, ya que pueden pedirte que lo enseñes todo. No fue nuestro caso, ya que no nos pidieron nada, pero por eso recomiendo que os paséis por la oficina a hacer este trámite lo primero de todo al llegar al aeropuerto y antes de facturar las maletas, por si os piden que enseñéis los artículos, no vaya a ser que los hayáis facturado ya.

Según la señora de la oficina, el ingreso puede tardar unas 3 semanas en aparecer en la tarjeta de crédito y, efectivamente, ahora mismo hace dos semanas de nuestra vuelta y todavía no lo hemos recibido.

Bien, después de este inciso para explicaros como funciona todo este tema de la devolución de impuestos, volvamos a la bonita calle Laugavegur.

Aparte de tiendas de souvenirs y de ropa, complementos, etc., también encontramos cafeterías, pubs, restaurantes y hasta un supermercado Bonus, del cual os hablaré luego.

Es una calle muy animada, con mucho ambientillo y por la que es muy agradable pasear: no os la podéis perder en vuestra visita a Reikiavik.

La colorida y animada Laugavegur
La colorida y animada Laugavegur

Casco viejo

Después de gastarnos el dinerito en souvenirs nos fuimos a la zona del casco viejo de la ciudad, que se encuentra realmente a dos pasos de la zona de Laugavegur.

Allí pudimos ver el edificio del parlamento actual, el Althingi, una construcción de basalto que data de 1881.

Muy cerca se encuentra también el ayuntamiento de la ciudad, un edificio posmoderno con pilares de hormigón, ventanas tintadas y paredes cubiertas de musgo, que se encuentra a orillas del lago Tjörnin.

En este gran lago integrado en el centro de la ciudad resuenan los graznidos de más de 40 especies de aves migratorias, como cisnes, gansos y charranes árticos. En invierno, el lago se convierte en una pista de patinaje al aire libre, aunque cuando nosotros estuvimos en noviembre aún no estaba congelado, ya que como os comentaba, las temperaturas eran todavía sobre cero.

El lago Tjörnin, con sus escandalosos habitantes
El lago Tjörnin, con sus escandalosos habitantes

En esta zona se encuentra también un museo llamado Settlement Exhibition, que contiene ruinas arqueológicas en torno a una casa comunal vikinga que data del S. X. Parecía interesante, pero por desgracia lo tuvimos que descartar por falta de tiempo.

En el casco antiguo encontraréis algunas plazas con kioscos donde se venden perritos calientes y también helados. Los perritos calientes son bastante tradicionales en Islandia (y por lo que pudimos ver, también en Noruega, por cierto), así que aprovechamos la oportunidad de compartir uno a media mañana para reponer fuerzas y seguir con las visitas. ¡Hey! Es típico y había que hacerlo. ¡Y además nos supo a gloria!

Con respecto a los helados, los islandeses también son muy fans, y les da exactamente igual que sea invierno y que estén a temperaturas bajo cero: ellos se toman su helado igual porque les gusta y punto. Por este motivo, veréis también un montón de tiendas de helados por el centro, lo cual no deja de ser curioso.

Perrito caliente para reponer fuerzas
Perrito caliente para reponer fuerzas

Cervecería Skúli Craft Bar

Nosotros, en lugar de tomar un helado, para sentarnos un poquito y hacer una parada, optamos por ir a otra de las cervecerías que tenía mirada Félix y que está en esta zona, el Skúli Craft Bar.

Se trata de un sitio muy chic y en el que, alegremente, había happy hour así a media mañana. Nosotros optamos por una Djús Kristur, una sour con mandarina y vainilla, y por una Úlfrún, una session IPA muy apañada, y la verdad es que estaban las dos buenísimas.

Es sin duda un buen sitio para tomar una cerveza craft en esta zona del casco viejo. Nos hubiésemos quedado a tomar una segunda para seguir probando el buen material que tenían allí, pero se nos hubiese hecho demasiado tarde para hacer el resto de visitas que teníamos en mente, así que en nuestro caso fue paradita rápida para recuperar fuerzas y poco más.



Whales of Iceland

Una de las actividades más habituales durante un viaje a Islandia es hacer un tour de avistamiento de ballenas; sin embargo, nosotros lo tuvimos que descartar tanto por falta de tiempo como porque invierno no es la mejor época del año para esta actividad, ya que la mayoría de ballenas emigran hacia el sur durante la temporada fría. Por este motivo, nos sabía mal invertir un tiempo precioso (para hacer el tour desde Húsavík, la población estrella para esta actividad, teníamos que invertir 1 o 2 días enteros) y tal vez acabar no viendo nada, mientras que en verano el porcentaje de éxito de los tours en esta zona es del 99%.

Algunas de las enormes maquetas de Whales of Iceland
Algunas de las enormes maquetas de Whales of Iceland

Total, que acabamos descartándolo, muy a nuestro pesar. Por eso, para compensar un poquito, decidimos que una de las visitas que queríamos hacer en Reikiavik era la de la exposición Whales of Iceland.

Este museo se encuentra en la zona de Grandi, cerca del Puerto Viejo, que se caracteriza por haber albergado tradicionalmente la industria pesquera de la ciudad. Encontramos casitas de pescadores, antiguas naves industriales reconvertidas en otro tipo de espacios, muchos museos (por ejemplo, Aurora Reykjavík, museo del que os hablaba en el post del Día 1, se encuentra también en esta zona) y también una gran cantidad de bares, restaurantes y tiendecitas de todo tipo. Es una zona chula por la que pasear, a pesar de que a nosotros nos pilló con viento y lluvia.

En esta zona se encuentra también el Saga Museum, que inicialmente estaba también en nuestro recorrido por si daba tiempo a verlo también, pero efectivamente y como sospechábamos, no nos dio. Se trata de un museo sobre las sagas, donde cobra vida la historia islandesa con figuras de silicona y con una banda sonora en múltiples idiomas que incluye sonidos de hachas y gritos sobrecogedores. En fin, otra vez será en la que podamos aprender sobre las famosas sagas islandesas…

La entrada a Whales of Iceland cuesta 2900 ISK (unos 21-22 euros) y a la visita se le puede dedicar más o menos 1 hora. Nosotros tuvimos suerte porque, sin saberlo, llegamos justo antes de que empezase el único tour guiado gratuito diario, que es a las 13:30 h.

Este museo alberga maquetas a tamaño real de los 23 tipos de ballenas que surcan las costas de Islandia. El tour guiado (en inglés) fue muy interesante porque nuestra guía era bióloga marina y a medida que pasábamos por cada una de las ballenas que hay suspendidas del techo, ella nos iba dando datos súper interesantes e información muy curiosa sobre estos gigantes del océano.

Félix siendo "atacado" por todo tipo de seres marinos
Félix siendo «atacado» por todo tipo de seres marinos

Aparte de las maquetas de las diferentes ballenas suspendidas del techo, hay otra zona con más información sobre las ballenas, vídeos y actividades interactivas. Por ejemplo, por lo visto te puedes poner unas gafas de realidad virtual que simulan que te encuentras en el fondo del mar con las ballenas, pero nosotros esto no lo sabíamos, no lo vimos y, por lo tanto, no lo hicimos. ¡Ya nos vale! Por eso os lo cuento, para que no hagáis como nosotros y os perdáis una experiencia que seguro que es súper chula.

La exposición en general está amenizada por el «canto» de las ballenas de fondo y está iluminada con luces azules, simulando que te encuentras bajo el agua. También hay una pequeña cafetería decorada como si fuese una playa, y en el exterior de la exposición hay también una tienda de recuerdos. También ofrecen tours de avistamiento de ballenas, que salen de una zona cercana al museo, por lo que puede ser una buena combinación si decidís hacer el tour, y hacerlo desde Reikiavik.

Una bonita experiencia y un buen rato el que pasamos «en compañía» de estos animales y aprendiendo sobre ellos. Actividad recomendada, especialmente si vais con niños, ya que la van a flipar con las maquetas, y si vais bien de inglés, tened en cuenta lo que os he comentado del tour guiado a las 13:30 h, incluido en el precio de la entrada, ya que vale la pena.

Aquí sirviendo de aperitivo a este gigantón
Aquí sirviendo de aperitivo a este gigantón

Icelandic Street Food

Aquí tenéis otro sitio bueno, bonito y barato donde comer en Reikiavik, el Icelandic Street Food. Según su página web, la idea era ofrecer a los visitantes la oportunidad de probar la cocina tradicional islandesa sin que los pobres mortales nos tengamos que gastar un dineral en un restaurante pijo. Suena bien, ¿no? Pues sabe incluso mejor 😋

Se encuentra en la céntrica calle Laekjargata, a dos pasos del Harpa, de la calle comercial Laugavegur y del casco viejo, un poco en medio de todo.

Hay un menú muy, muy simple: potajito de cordero, de marisco o de verduras, y se puede servir en hogaza de pan vaciada o en cuenquito de plástico. Punto pelota.

El trato es estupendo, no, lo siguiente, y hay un par de puntazos más que hacen de este pequeño local un sitio ganador: una vez has pagado tu plato, puedes repetir todas las veces que quieras y, para terminar, en la barra hay dulces típicos cortados pequeñitos gratis, para que cojas los que quieras como postre y te los comas. ¿Pueden ser más majos los dueños y puede tener un local más buen rollo? Lo dudo. Además, rock and roll viejuno sonando de fondo. Un 10 para este sitio, por favor.

Eso sí, el local es muy chiquitín y solo hay un puñado de mesitas disponibles, así que es un plan rápido para comer tu plato y levantarte rápidamente para dejar paso a los siguientes, no es un sitio que incite a la sobremesa en absoluto.

Guiso de cordero en hogaza tradicional islandés
Guiso de cordero en hogaza tradicional islandés

Harpa de día

Ya comenté en el post del Día 1 que nos quisimos acercar de noche al edificio del Harpa para verlo iluminado. Se trata de un auditorio y centro cultural cuyas fachadas, todas acristaladas, pero como en forma de panal e iluminadas con LEDs, resplandecen a orillas del mar.

Pues bien, hoy teníamos la oportunidad de verlo de día y por dentro. Incluso hubiésemos tenido la oportunidad de hacer un tour guiado (de pago esta vez, 2000 ISK, unos 15 euros), ya que cada día hay uno a las 14:00 (se pueden reservar aquí), pero al final decidimos visitarlo por nuestra cuenta, en cuyo caso la visita sale gratis.

Recital de arpa en el Harpa
Recital de arpa en el Harpa

¡Y qué maravilla! A poco que os interese la arquitectura, este edificio os va a encantar, porque por dentro también es totalmente sorprendente. El efecto de esas cristaleras en forma de panal por dentro es chulísimo, y es un telón de fondo espectacular para hacer fotos. Uno de los lugares más fotogénicos de Reikiavik, sin duda.

Nosotros además tuvimos la suerte de que en una zona del Harpa había una chica con un arpa (valga la redundancia) ensayando para un concierto que nos amenizó la visita con su música casi celestial.

El edificio tiene varios pisos, y desde cada uno de ellos las vistas de la bahía y las perspectivas cambian, con lo que vale la pena explorarlo a fondo. Tal vez se le puede dedicar una horita a este edificio si lo visitáis por vuestra cuenta.

Muy fan de esa cristalera
Muy fan de esa cristalera

Icelandic Craft Bar

Después de un buen tute de visitas y paseos por la ciudad, apetecía ya sentarse y relajarse un rato, así que optamos por uno de los sitios que tenía mirado Félix como cervecería interesante que visitar: el Icelandic Craft Bar.

Curiosamente, se encuentra justo al lado del sitio donde comimos, el Icelandic Street Food, y es posible que ambos locales estén relacionados y pertenezcan a los mismos dueños (hasta los nombre se parecen…).

Se trata de una cervecería en la que cuentan con una buena variedad de botellas islandesas (como unas 50, tal vez), más 4 surtidores de la cervecera Viking y 2 de la cervecera Einstök.

Nos hacía ilusión pedir una tabla muy molona que tienen con el soporte de madera para los vasos con la forma de Islandia, pero la selección de barril tampoco nos gustaba mucho, el precio era bastante caro y estábamos en happy hour para las botellas, así que acabamos tirando de botella.

Es un sitio acogedor donde tomar algo tranquilamente, y también vimos que hacen comida tipo sopa (de hecho, es que no descarto que fuese la misma que la del Icelandic Street Food), así que si el otro lugar está lleno, este, que está justo al lado, también podría ser una buena opción para comer.

La lámpara del Icelandic Craft Bar
La lámpara del Icelandic Craft Bar

Compra de subsistencia en el supermercado Bonus

Al día siguiente ya empezábamos lo que era el roadtrip en sí y abandonábamos Reikiavik para empezar a explorar la isla más allá de la capital.

Como expliqué en el post introductorio, para comer cada día durante el roadtrip, tirábamos de sándwiches y fruta, ya que hay zonas de la isla bastante despobladas en las que tal vez hubiésemos querido comer y no hubiésemos podido. Además, al tener tan pocas horas de luz al día, no nos convenía invertir una hora u hora y media en comer en un restaurante y perder ese tiempo precioso que podríamos aprovechar viendo algo chulo por ahí. Y además también está el tema económico, por supuesto.

Total, que estos son los motivos por los que las comidas, una vez fuera de Reikiavik, fueron sandwiches y fruta, pero claro, para eso hay que comprar el material para poder hacer los sandwiches, etc.

Habíamos estado leyendo sobre los supermercados en Islandia antes del viaje y, al igual que en España y en todos los países, hay algunos más baratos que otros. Los baratos son principalmente los de la cadena Bonus y los de la cadena Nettó. Y justo en la calle comercial principal, Laugavegur, como ya os he comentado antes, había un Bonus, así que para allá que nos fuimos de camino al apartamento.

Este en concreto era un supermercado no muy grande, pero lo suficiente para abastecernos de las cosas básicas que íbamos a necesitar: pan, queso, embutido, tomates, azúcar para los cafés del desayuno, yogures típicos islandeses (llamados Skyr), rollo de papel de cocina y papel de aluminio para envolver los sandwiches, queso rallado y mantequilla para cocinar los sobres de pasta que habíamos traído de España para las cenas, fruta y algo de picar tipo papas y frutos secos. Precio estándar de las compras de subsistencia de este tipo que fuimos haciendo a lo largo del viaje: unos 50 euros.

Tenedlo en cuenta si os alojáis por el centro y necesitáis hacer alguna compra de supermercado: el Bonus de Laugavegur puede ser vuestra opción más cómoda y económica.

La calle arcoiris que lleva a Hallgrímskirkja
La calle arcoiris que lleva a Hallgrímskirkja

Plan nocturno: caza de la aurora

Una vez ya en el apartamento, después de organizar ya las maletas para poder salir al día siguiente temprano y aprovechar bien el día, pasó algo muy curioso.

Félix estaba mirando Instagram (por cierto, si sois aficionados a la cerveza podéis seguirle aquí) y de repente vio que una amiga nuestra había colgado ese mismo día la foto de una cascada de Islandia. «Qué raro», pensamos. Félix les escribió a ella y a su novio para ver a qué venía aquello y resulta que estaban en ese mismo momento también en Reikiavik, y de hecho su hotel estaba a dos calles de nuestro apartamento. ¡Increíble!

Obviamente, hubo algarabía y alborozo generalizado, y decidimos que se unirían esa noche a nuestro plan: intentar cazar la aurora.

No era una noche demasiado ideal para ello, la verdad, porque el cielo estaba nublado sobre Reikiavik y, a pesar de que el índice de magnetismo era bueno, si hay nubes entre tú y la aurora, por mucho que se esté liando en el cielo, no se va a ver nada, porque tienes una pantalla de nubes que te lo tapa. Pero Félix, que es un estudioso del tema, vio en las apps que él consulta que a unos 40 km en coche de Reikiavik había entre cierta hora y cierta hora de la noche lo que se llama una «ventana»: un claro entre las nubes que te permite ver la aurora. No os preocupéis, que Félix escribirá un post sobre cómo cazar auroras boreales donde os contará todos los detalles para aumentar vuestras posibilidades de cazar una.

Total, que quedamos con nuestros amigos Sandra y Ori, nos subimos a nuestro coche de alquiler de Lotus Car Rentals y fuimos en busca de la ansiada aurora. Sin embargo, después de aparcar donde se suponía que estaba la ventana, en un lugar sin contaminación lumínica, etc., resultó que o la ventana o el índice de magnetismo no eran lo suficientemente potentes para que la pudiésemos ver. El que estuviese lloviendo allí también desde luego no era buena señal, ya que si llueve es porque había nubes en ese punto también y, como ya he explicado, si hay nubes, no se va a ver la aurora.

En fin, la caza de la aurora es así, por eso se llama «caza», porque no hay garantías de que se pueda ver, y porque normalmente requiere un esfuerzo activo de buscar el sitio y la hora ideal. Unas veces se consigue y otras no, y en esta ocasión fue que no, por desgracia.

Pasando frío e intentando cazar la aurora
Pasando frío e intentando cazar la aurora

Después de habernos pasado más de una hora pelándonos de frío a la intemperie intentando cazar la aurora, al final nos dimos por vencidos y volvimos a Reikiavik. Como Sandra y Ori son también cerveceros empedernidos, compañeros de nuestras rutas cerveceras por Barcelona, donde viven, fuimos a «celebrar» nuestra no-caza de la aurora en BrewDog, cervecería que ya habíamos visitado nosotros por nuestra cuenta en el Día 1 y donde sabíamos que había un cervezón brutal que nos apetecía repetir: la Jólakisi, de la cervecera local Malbygg.



Y con esto terminó nuestro Día 2 del roadtrip de 15 días por Islandia en noviembre. Fue un día completito de paseos y visitas y, aunque no pudimos ver la aurora, sí tuvimos la oportunidad de pasar un buen rato con nuestros amigos Sandra y Ori, algo totalmente inesperado. Sorpresas maravillosas que te da la vida, ¿no? 😊

Por último, quería comentaros una actividad que nos quedamos con las ganas de hacer: FlyOver Iceland, en la zona de Grandi. El motivo por el que no la hicimos es porque es bastante nueva y ni siquiera salía en mi guía Lonely Planet, así que no sabíamos de su existencia cuando estuvimos en Reikiavik. Se trata de una experiencia 5D en la que te sientas en asientos como de montaña rusa frente a una pantalla envolvente y la atracción simula que vas volando sobre los parajes más famosos y espectaculares de Islandia, al tiempo que los asientos se mueven para imitar ese vuelo y te sientes inmers@ en todo lo que estás viendo a través de diversos efectos de temperatura, olores, música, etc. Tiene que ser una pasada, pero de esta atracción nos habló un chico que conocimos en el este de Islandia a mitad del roadtrip, cuando ya habíamos visitado Reikiavik, así que nos llegó la información tarde… ¡Pero a vostr@s no! Porque aquí estoy yo para contároslo 🙂 Si vais a Reikiavik y hacéis esta actividad, por favor, contadnos vuestra experiencia más abajo para que podamos beneficiarnos tod@s.

Más abajo os dejo una pequeña galería de fotos adicionales, y creo que este va a ser el enfoque de todos los posts de este viaje, ya que van a ser posts más cortos de lo habitual, ya que solo cubren un día de viaje, pero al mismo tiempo, hay muchas cosas que os quiero enseñar, ya que todo en este país es tan sumamente fotografiable que es una pena dejar fotos fuera por falta de espacio en el post (podéis hacer clic en las imágenes para verlas en grande).

Espero que os haya gustado este post sobre el Día 2, y estad atent@s al siguiente capítulo que no tardará en llegar. En él os contaré nuestra primera jornada realmente de roadtrip puro, con nuestra ruta por la península de Snaefelsnes, al noroeste de Reikiavik. Spoiler alert: ¡esa zona es una pasada! 😜 Os recomiendo que no os perdáis el siguiente post sobre el Día 3, porque ahí es donde empezamos a ver la «Islandia de verdad».

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