Hiking a Trolltunga
Europa,  Noruega,  Odda

Hiking a Trolltunga – Todo lo que necesitas saber

¡Hola, viajer@s!

Seguimos con el roadtrip por Noruega y hoy vamos a ver uno de los capítulos que considero más interesantes y que espero que pueda ser de utilidad a mucha gente: hoy os voy a contar nuestra experiencia con el hiking a Trolltunga. Después de unos días de relax (o no tan relax al final…) en Odda, tocaba uno de los platos fuertes de las vacaciones, una actividad que a mí personalmente me hacía muchísima ilusión, pero me daba mogollón de miedo a partes iguales, porque no estaba segura de poder con ella. De hecho, ese día me levanté con esa sensación horrible de cuando vas a un examen importante y, por una parte piensas que te lo has currado y has estado estudiando, pero por otra parte no estás segura de si aun así has hecho lo suficiente como para superarlo. Hace ya tiempo que no soy estudiante y os aseguro que no es una sensación que haya echado de menos en absoluto, y la verdad es que me resultó sorprendente sentirla esa mañana al levantarme bien prontito para realizar el hiking. ¡Pero nos estamos adelantando a los acontecimientos! Vamos a volver atrás y a empezar por el principio, vamos primero a contextualizar Trolltunga y luego hablaremos del hiking en sí. ¡Vamos allá!

¿Qué es Trolltunga?

Trolltunga o la Lengua del Troll es un saliente de roca ubicado a unos 1200 metros sobre el nivel del mar que queda cerca de la población noruega de Odda, en el condado de Hordaland. Se trata de un saliente horizontal de forma estrecha y alargada que sale de la montaña y queda suspendido a unos 700 metros sobre el lago Ringedalsvatnet. Para llegar a Trolltunga es necesario realizar una caminata por montaña larga y exigente, ya que la ruta de verano es de 22 km (ida y vuelta) y la de invierno es de 28 km (ida y vuelta). Se tarda entre 10 y 13 horas en realizar esta caminata y para ello, desde Odda, que es la localidad grande más cercana, habrá que conducir hasta Tyssedal (unos 6 km) y, desde allí, tomar la serpenteante y estrecha carretera de montaña que sube hasta Skjeggedal (otros 7 km), desde donde empieza la larga ruta a pie hasta Trolltunga.

Gráfico del perfil de la subida a Trolltunga
Gráfico del perfil de la subida a Trolltunga

Épocas del año

En función de las diferentes épocas del año, el hiking a Trolltunga implica un riego mayor o menor. Esta es la distribución oficial por épocas según la oficina de turismo de Odda:

  • 15/06 – 15/09: época recomendada (puede variar según el tiempo que haga cada año)
  • 16/09 – 15/10: solo se recomienda ir con guía
  • 16/10 – 03/03: NO recomendado, actividad altamente peligrosa
  • 04/03 – 14/06: solo se recomienda ir con guía (es necesario utilizar raquetas de nievo o esquís)

Nosotros, ya que fuimos en mayo, nos encontrábamos en este último tramo, así que no dudamos en contratar la actividad con una empresa que nos ofrecía tanto los servicios de un guía como el material para la nieve que nos hacía falta (las raquetas y los palos). Sinceramente, una vez realizado el hiking, he de decir que si volviese hacerlo, aunque fuese en la época de verano cuando no es obligatorio, probablemente volvería a contratar la actividad con guía: dado lo larga y exigente que es la ruta, es relativamente sencillo que te surja algún problema a lo largo del camino (torcedura de tobillo o cualquier otra lesión; insolación, deshidratación o hipotermia, dependiendo de la época del año; o algún otro problema que te incapacite para continuar… ¡12 horas de actividad física continua dan para mucho!). En caso de que surja alguna emergencia y vayas con guía, ellos tienen la experiencia y la formación necesarias para saber qué hacer en cada caso.

Épocas y equipación
Épocas y equipación

Equipación necesaria (para mayo)

Para el hiking en mayo, cuando todavía hay muchísima nieve en la ruta y son necesarias las raquetas de nieve, esta es la equipación que llevamos nosotros para el hiking.

Ropa

Para que os hagáis una idea, diría que durante el hiking nos movimos en un rango de temperatura de entre unos 0 y 5 grados. Para ello, íbamos equipados de la siguiente manera (y creo que fue todo un acierto, ya que fuimos cómodos y no tuvimos la sensación de que nos faltase o nos sobrase ropa):

    • botas de montaña para nieve: tienen que ser cálidas, cómodas e impermeables, ya que las vais a llevar más de 12 horas seguidas, y gran parte de ellas va a ser por nieve. Cuanto más transpirables sean, mejor.
    • calcetines de esquí: yo llevaba los puestos y dos pares extra para ir cambiándomelos a lo largo del día para intentar evitar rozaduras y ampollas.
    • pantalón de esquí: tiene que ser cálido, impermeable y cómodo.
    • camiseta técnica transpirable: ¡he dicho «técnica» que no «térmica»! Se trata de prendas muy finas que hay que llevar en contacto con la piel, como primera capa, para que vaya transpirando y sea capaz de mantener el calor corporal sin aportar una cantidad de calor excesiva. Creedme, el calor necesario ya lo generaréis vosotr@s mism@s con el esfuerzo.
    • jersey de running: como segunda capa, los típicos jerseys de running, como los de Nike, son ideales. Mismo principio: mantienen el calor corporal y evitan que tengas frío sin sobrecalentarte el cuerpo.
    • abrigo fino de plumas: los baratillos del Decathlon son más que suficientes. No os llevéis un súper abrigo grueso de plumas enorme porque a los 10 minutos os sobrará, pero sí que hace falta uno fino para el principio del hiking, para las paradas y para la bajada. Es importante que sea fino para no achicharraros cuando lo llevéis puesto, pero sobre todo para poderlo guardar en la mochila cuando no lo necesitéis. Los nuestros eran súper comprimibles y se guardaban en una bolsita que te viene incorporada y acababan ocupando cada uno como dos bocadillos medianos, más o menos, así que cabían perfectamente en las mochilas.
    • cortavientos/chubasquero: ¡muy importante! Es imprescindible una capa superior impermeable y que no deje pasar el viento y el frío. Esta es la que llevaréis siempre puesta como capa superior, y el abrigo de plumas iría debajo de esta cuando lo necesitéis. La mayor parte del hiking, aun alrededor de los 0 grados, yo iba simplemente con la camiseta técnica transpirable, el jersey de running y el cortavientos, punto.
    • braga para el cuello: digo lo mismo que con el abrigo de plumas, usadla solo en los momentos en que sea necesario y en cuanto os acaloréis con el esfuerzo y os agobie, quitáosla porque solo os hará sudar más.
    • gorro de lana: también imprescindible, y este sí que no nos lo quitamos en todo el día.
    • guantes de running: finos, de los de seda. Yo me llevé aparte las manoplas gruesas de plumas por si acaso hacía falta ponérselas encima de los otros finos, y creo que no las llegué a usar, ¡y eso que yo soy de manos frías!
    • gafas de sol: imprescindibles, ya que el resplandor de la nieve molesta muchísimo.
    • camiseta técnica transpirable extra como muda: al llegar a Trolltunga, nos cambiamos la camiseta interior por otra limpia y seca y que aportase más calor, ya que la vuelta requiere menos esfuerzo de subida y habrá menos sofocones. Y sí, quedarse en sujetador en la cima de Trolltunga a 0 grados fue toda una experiencia, la verdad 😂 Si además podéis llevaros unas toallitas húmedas para asearos y un desodorante de esos pequeñitos de viaje para cuando os cambiéis de camiseta, lo vais a agradecer. En la cima de Trolltunga, entre el cambio de camiseta, el pequeño aseo y el cambio de calcetines por otros limpios y secos, ganaréis unos puntitos de bienestar bastante importantes para afrontar la dura vuelta.
    • crema para el sol para la cara



Comida y bebida

A excepción de en el inicio de la ruta a pie, donde hay una pequeña tienda, en todo el trayecto no vais a encontrar ningún lugar para reponer comida ni apenas bebida, así que deberéis llevar con vosotros todo lo que necesitáis desde el principio. Lo que llevábamos nosotros era lo siguiente:

  • 2 bocadillos por persona
  • cookies de esas con trocitos de chocolate
  • plátanos
  • 1,5 litros de agua y una botella de 0,50 de CocaCola que compramos en la tienda de la base de Trolltunga por persona
  • sobres y gominolas de glucosa para chutes de energía cuando sea necesario

En el tema comida fuimos bien, pero de bebida nos quedamos muuuuuy cortos y lo pasamos un poco mal… ¡pasamos mucha sed! 😢 No sé, no me parece tan poco líquido, pero claro, vas sudando y necesitas hidratarte bien, y además los productos energéticos (los sobres y las gominolas) son tan dulces que te dan una sed horrible después de tomarlos, así que, aunque pese mucho, recomiendo llevar líquidos de sobra. Yo, si la volviese a hacer, me llevaría 2 botellas de litro y medio por persona. Sí, es una barbaridad y pesa mogollón en la mochila, pero así es como lo veo ahora mismo para no pasar sed (también he de decir que yo soy de beber mucha agua).

Trolltunga Active

Trolltunga Active es la empresa con la que contratamos la excursión con guía. Su oficina está en el inicio de la ruta a Trolltunga y ahí es donde tienes que acudir el día en cuestión para iniciar la actividad con ellos. También son los dueños de la pequeña tiendecita que os comentaba donde podréis comprar algo básico de comida (snacks, más que nada) y bebida.

La excursión que contratamos nosotros, es decir, la de «invierno» con el material necesario incluido (raquetas de nieve y palos) y, por supuesto, guía (o guías en nuestro caso, ya que había dos) cuesta 1100 NOK, es decir, casi 120 euros por persona, pero como ya he comentado, sinceramente no me plantearía hacerlo de otra manera.

A lo largo del post ya iré comentando más cosas sobre cómo plantean la actividad la gente de Trolltunga Active y cuáles son las instrucciones que nos dieron para la actividad.

Ruta de verano, ruta de invierno

Algo que no sabíamos y que descubrimos la misma mañana del hiking, cuando lo comentó alegremente el guía, es que hay rutas diferentes para la temporada de verano y la de invierno. La típica, de la que te habla la gente y sobre la que sueles leer en Internet, es la ruta de verano, que tiene una longitud de 22 kilómetros en total (es decir, 11 de ida, 11 de vuelta). Sin embargo, la gran desconocida, la ruta de invierno, resulta que es aún más larga: son 28 kilómetros en total (14 de ida, 14 de vuelta). Si yo ya no estaba convencida con el tema de caminar 22 kilómetros por montaña, cuando el guía nos soltó esta bomba os juró que se me cayó el mundo encima. ¡Pero ya no había marcha atrás! Acabábamos de pagar y estábamos ya recogiendo el material, así que nada, 28 kilómetros que había que caminar… ¡sorpresaaaa! 😭

La única diferencia en la ruta es el tramo inicial: en la ruta de verano este tramo es mucho más corto, pero por lo visto tiene una pendiente muy pronunciada y es muy duro; en la ruta de invierno esa misma altitud se sube zigzagueando por la montaña y se recorre un camino más largo, pero en teoría menos exigente (aunque he de decir que a mí ya me pareció que se las traía, así que no quiero ni pensar cómo será el inicio de la ruta de verano).

Una vez superada esta primera subida del principio, tengo entendido que las dos rutas se unen y a partir de entonces son la misma tanto para invierno como para verano.

El hiking a Trolltunga

Pues nada, había llegado el momento de la verdad, la prueba de fuego del viaje. Como os comentaba al principio, me levanté con una sensación de angustia bastante desagradable, a pesar de la ilusión que me hacía esta actividad, porque la verdad es que es una excursión que intimida y que asusta bastante. De hecho, creo que toda persona que se plantee hacerla, debe ir como mínimo con cierto respeto, porque os adelanto ya que la actividad no es moco de pavo. Nosotros no somos montañeros expertos ni muchísimo menos (más bien al contrario), pero sí que hacemos deporte de manera regular y habíamos estado entrenando específicamente para este hiking. Recomiendo a todo el mundo que vaya a subir a Trolltunga que haga lo mismo, ya que el ascenso requiere una forma física buena, mucha resistencia y mucha fortaleza tanto física como mental.

Como ya os he dicho, habíamos contratado la actividad con Trolltunga Active, y las instrucciones eran que debíamos estar en su tienda de la base de Trolltunga a las 8.30 de la mañana para empezar el hiking a las 9. Para ello hay que madrugar bastante, ya que para llegar a este punto, como ya he comentado antes, hay un buen ratito de conducción por carreteras de montaña.

Una vez llegamos allí, nos hicieron firmar un documento certificando que habíamos informado a los guías de cualquier lesión que tuviésemos y aceptando que íbamos a obedecer todas sus «órdenes» durante la caminata. Los guías también «pasan revista» a los montañeros y examinan el equipamiento que llevas. Si consideran que no vas vestido adecuadamente (por ejemplo, si vas con unas Converse o con unos vaqueros), te obligan a alquilar el material adecuado que tienen ellos disponible en la tienda. Es de cajón: no puedes ir en vaqueros y con zapatillas de tela a una actividad así, ya que pones en peligro tanto tu integridad física como la buena marcha del grupo.

La verdad es que tienen una actitud bastante estricta, pero sinceramente me parece correcto que lo hagan así: no se trata de una actividad cualquiera, y tienen que asegurarse de ganarse el respeto y la «obediencia» de los participantes para que nadie cometa impudencias y no haya incidentes; al fin y al cabo ellos son los profesionales, por lo que es lógico que el resto tengamos que seguir sus indicaciones.

Otro tema con el que son muy estrictos es con la comida: te dicen que es obligatorio comer cuando ellos lo digan. Puede parecer una barbaridad, pero en realidad no lo es: se trata de una actividad muy dura y muy larga, y ellos, que la han hecho cientos de veces, literalmente, saben cuáles son las necesidades del cuerpo en una situación así mejor que nosotros. En este sentido, te avisan de que haremos una parada a mitad subida para comer, en la que habrá que comer sí o sí, y después también indican que durante nuestra estancia en la roca, que será de aproximadamente una hora, también será obligatorio comer, aunque lo que nos apetezca sea disfrutar de Trolltunga y hacer fotos, aunque no tengamos hambre y aunque nos cueste tragar la comida. Efectivamente puedo decir que el guía tenía razón: la comida, en estas paradas, ¡no entraba! Comías prácticamente por obligación y el guía nos indicó que eso es el organismo como «cerrándose» por el agotamiento y el esfuerzo. Sin embargo, obviamente, necesitas darle energía al cuerpo, así que hay que hacerlo aunque cueste. Veis, en este tipo de detalles es cuando te das cuenta de lo valioso que es contar con un guía experto para este tipo de actividades. Imaginad que vamos solos y que, como no tenemos hambre o no nos entra bien la comida, decidimos no forzar el organismo y no comemos apenas nada. Pues probablemente hubiese llegado un momento en el que nos hubiésemos quedado a cero de energía y tal vez no hubiésemos podido continuar. No lo sé, tal vez no tiene por qué pasar, o tal vez no a todo el mundo, pero me imagino que es una posibilidad real, y un error en el que perfectamente hubiésemos podido caer por nuestra inexperiencia.

Total, que una vez el guía nos dio esta charla de seguridad y las instrucciones que habríamos de seguir, procedió a repartir el material necesario: las raquetas de nieve y los palos. Problema: este material no lo vamos a necesitar hasta más o menos la segunda hora del hiking, ya que el primer tramo es de carretera sin nieve. ¿Qué narices hacemos con las raquetas? Pues hay que atarlas a la mochila y hay que cargar con ellas a la espalda. No os preocupéis, no pesan demasiado, pero son aparatosas y difíciles de atar. Si lleváis mochilas profesionales de esas que llevan tiras y enganches y demás, no tendréis demasiados problemas, pero las nuestras eran mochilas normales y corrientes (nota mental: próxima inversión viajera, comprar unas mochilas decentes) sin nada para atar las raquetas y ya me veía cargando con ellas en brazos todo el rato… Al final el guía sacó un rollo de cuerda y las atamos como pudimos a la mochila, y aun así era un rollo, porque se iban moviendo todo el rato y cayéndoseme de lado. Así que un consejo más: mejor si lleváis una mochila buena de montaña que cuente con sistemas de fijación, correas o lo que sea, o si no, traeros vuestra propia cuerda, no vaya a ser que ese día no les quede y tengáis un problema.

Una vez equipados, a eso de las 9:10, comenzamos el ascenso por la ruta de invierno. Se trata de una carretera de montaña, en nuestro caso sin nieve y cerrada al tráfico, que va serpenteando por la montaña con una pendiente bastante pronunciada y en la que hay que superar un gran desnivel a lo largo de una serie de curvas por la montaña. El guía marca el ritmo que hay que seguir, que es aceptable, y va parando cada pocas curvas durante un par de minutos para que todo el mundo recupere la respiración después de cada tramo. Es una parte del recorrido algo dura, ya que hay un desnivel importante y constante durante un trayecto bastante largo, así que el guía hace bien en ir parando cada poco. No os voy a engañar, esta parte inicial sin nieve ya cuesta bastante, pero como es el principio del recorrido, estás fresco y ya sabías de antemano que esto no iba a ser ningún paseo, no la recuerdo con especial tirria.

Al alcanzar cierta cota de altura, en nuestro caso fue tras unos 45 minutos de ascenso, encontramos ya la nieve. En este punto es donde nos pusimos las raquetas de nieve; yo personalmente no había probado unas en mi vida, y esto también me preocupaba un poco, pero la verdad es que no tienen demasiado misterio. Facilitan muchísimo el avance por la nieve, ya que impiden que te hundas, pero como puntos negativos he de decir que limitan un poco tus movimientos en general, ya que te sientes algo torpe con unos «zapatos» tan grandes en los pies, y sobre todo, que te hacen caminar en una posición muy poco natural (con las piernas más separadas de lo normal), lo que puede dar pie a que te salgan dolores en las ingles. A mí me pasó prácticamente desde el principio de ponérmelas, a Félix no tanto, y según el guía es algo bastante habitual. Creo que puede tener que ver con que Félix sabe esquiar y yo no, ya que, de hecho, la forma ideal de caminar con las raquetas es ir como deslizándote por encima de la nieve, como si esquiases, es decir, arrastrar las raquetas por encima de la nieve, en lugar de realmente dar pasos subiendo y bajando los pies. Creo que esto te sale de forma más natural si sabes esquiar, y puede que por eso Félix no tuviese el problema que tuve yo con los dolores de ingles, pero bueno, esto es una teoría mía, jeje. Lo cuento porque es una posibilidad que también sufráis estos dolores como me pasó a mí, cosa que dificulta más aún el ascenso; intentad desplazaros deslizando las raquetas, como se debe hacer, por si efectivamente esto tuviese algo que ver, y no está de más llevaros unos ibuprofenos o algún tipo de antiinflamatorio. Yo eché mano de ibuprofeno, que no me hizo demasiado, la verdad, pero aun así, con dolores prácticamente desde el principio, yo subí y bajé. Costará más y luego os dolerán las ingles durante una semana, pero se puede 💪

Bueno, pues una vez puestas las raquetas es cuando de verdad empezó el hiking para nosotros: esto era a lo que habíamos venido. A partir de aquí se trataba de ir avanzando por la nieve por los «caminos» marcados. Las indicaciones son bastante pobres: sabes que vas por el camino simplemente porque vas siguiendo las huellas de los anteriores excursionistas o por alguna rama de árbol clavada en la nieve que intenta marcar el camino. Cuando no hay nieve, me consta que hay paletas indicando los kilómetros que quedan hasta la roca de forma que tú mismo puedes ir calculando tu avance, e incluso creo que hay algún mensaje de ánimo escrito en alguna pared rocosa, pero en nuestro caso lo único que había era nieve y más nieve. Este es otro de los motivos por los que considero que es imprescindible ir con guía cuando las condiciones meteorológicas son parecidas a las nuestras: no ves realmente un camino claramente marcado. Hay tramos en los que verás a gente a la que puedes seguir (aunque tampoco te garantiza nada que ellos sepan el camino), pero hay momentos (la mayoría, de hecho) en que no hay nadie más que tú, y si no vas en grupo y con guía, imagínate que te desvías del camino porque no está claramente marcado 😱 ¡Qué horror! ¡No me lo quiero ni imaginar! Repito: si hay nieve, ¡id siempre con guía!

Con las raquetas recién calzadas, dispuesta a darlo todo 💪
Con las raquetas recién calzadas, dispuesta a darlo todo 💪

Durante la charla que nos dio el guía antes de empezar, también nos informó de que él iba a marcar el ritmo, que deberíamos seguir, y que había unos objetivos que cumplir a lo largo del ascenso: unos checkpoints a lo largo del camino a los que hay que ir llegando a unas horas determinadas para garantizar que llegaremos a Trolltunga a la hora prevista y bajaremos luego con tiempo suficiente para que no se nos haga de noche. En caso de no poder seguir el ritmo, nos informó de que dejaría de ser nuestro guía y, o bien deberíamos darnos la vuelta y volver, o bien deberíamos seguir por nuestra cuenta y bajo nuestra propia responsabilidad. Creo que ambas opciones son bastante aterradoras, por lo que más vale seguir su ritmo que, he de decir, era bastante razonable.

Pues nada, a partir de aquí consta de ir avanzando por la nieve lo mejor y lo más rápido posible: el terreno tiene tanto tramos llanos como cuestecitas y pendientes realmente inclinadas, y se van alternando entre sí. Con esto quiero decir que no se trata de una subida continua: vais a encontrar tramos muy duros de pendientes muy pronunciadas que se alternarán con tramos llanos y con tramos de colinas más suaves, donde podréis recuperaros de los tramos más exigentes. Consta de ir avanzando y de ir recorriendo kilómetros.

También hay llanos en los que recuperarse, aunque siempre viene después alguna pendiente más...
También hay llanos en los que recuperarse, aunque siempre viene después alguna pendiente más…

Bastante al principio del recorrido nos encontramos con un pequeño río, aproximadamente a los 5 km del inicio de la ruta de invierno. Llegados a este punto quiero avisar de que todas las indicaciones de kilómetros y distancias que doy sobre el trayecto son totalmente aproximadas, y que las doy basándonos en los datos que recordamos y en nuestras percepciones personales, así que son simplemente para que os hagáis una idea, no para que os las toméis al pie de la letra. Aprovechad en este río para rellenar todas vuestras botellas porque, en nuestro caso, no hubo después ningún punto más en el que rellenarlas en todo el trayecto hasta que volvimos a encontrar este mismo río a la vuelta. Sé que en verano sí que hay algún punto más de agua en el recorrido, pero supongo que en nuestro caso, estaría congelado.

Después del río es cuando viene uno de los tramos más duros de todo el recorrido: se trata de una subida muy larga y muy pronunciada. Y cuando digo muy larga y muy pronunciada, quiero decir MUY larga y MUY pronunciada. Reconozco que en este tramo lo pasé realmente mal 😥. Pensaba que no podía, que no llegaba, en serio. Se me hizo interminable y muy, muy duro, y reconozco que pensé que si esto seguía mucho más rato así, me tendría que dar la vuelta y volver. Además, recuerdo que es una subida como en dos partes: cuando piensas que has terminado, resulta que solo has llegado a un pequeño rellano, pero a continuación el ascenso continúa igual de brutal que antes. Muy duro, en serio, al menos para mí. Sin embargo, si te esfuerzas y no abandonas, tarde o temprano acabas subiéndolo y las buenas noticias son que ya tienes el tramo más exigente de todo el hiking hecho. Queda mucho por recorrer, hay muchos kilómetros todavía por delante, de hecho no solo hay que llegar a la roca, ¡después hay que volver!, pero no hay ninguna subida más tan mortal como esta a lo largo de todo el trayecto. El camino empieza a ser un poco más amable, pero eso no significa que sea plano: se siguen alternando las llanuras con las pendientes, pero ninguna es como la que acabo de describir, así que si habéis podido con esa, podéis con el resto.

La cuesta criminal, aunque aquí no lo parezca tanto 🙄
La cuesta criminal, aunque aquí no lo parezca tanto 🙄

Esta pendiente de la muerte empieza aproximadamente en el kilómetro 5’5 del recorrido de invierno, poco después de encontrar el río, y, según el gráfico oficial de Trolltunga, es de unos 1,5 kilómetros. Poco después de superar esta gran pendiente encontramos una pequeña cabaña y aquí es donde hicimos nuestra primera parada, la de la comida, a falta de aproximadamente 6-7 kilómetros para llegar a Trolltunga. Se agradece muchísimo sentarse, aunque sea en una roca, y también quitarse las raquetas de nieve para poder moverte con mayor libertad. Como ya he explicado, tocó comer aunque no apeteciese demasiado y reponer fuerzas para todo lo que quedaba, que era mucho.

En este punto, ya que había dos guías y también se apreciaba claramente que había dos niveles diferentes dentro del grupo, nos dividimos en dos grupos más pequeños: después de comer y descansar, uno de los guías partió antes con el grupo de personas que estaba en mejor forma física y que avanzaba más rápido y nosotros nos quedamos con la otra guía, Mikaela, junto con el resto de personas que les costaba un poquito más. De esta forma todos ganamos: los del grupo más avanzado no se ven retrasados por los más lentos, y los más lentos no nos vemos presionados ni achuchados por los más avanzados, así que me pareció una buena idea. Así, además, no llegamos todos a la vez a la roca y podemos disfrutar de más tiempo en ella.

Después de esta parada para coger fuerzas, nos pusimos en marcha de nuevo y poco después empezamos a tener vistas del lago Ringedalsvatnet, que es el lago sobre el que sobresale Trolltunga (sí, es un lago, no es un fiordo). El paisaje empieza a ser realmente precioso y esto motiva bastante. A partir de aquí, a falta de unos 5 kilómetros para nuestro objetivo, se trata básicamente de ir bordeando el lago, que prácticamente ya no perderemos de vista hasta llegar a la roca.

Una rama marcando el camino... ¡y se empieza a ver el lago!
Una rama marcando el camino… ¡y se empieza a ver el lago!

Seguimos bordeando el lago, y el siguiente punto complicado en nuestro caso fue un tramo en el que el camino era un pequeño desfiladero en la ladera de un montaña con un espacio muy estrecho para avanzar por allí con las raquetas de nieve. El problema venía cuando te encontrabas con alguien de cara por allí, que nos pasó, y había que hacer un poco de contorsionismo para cruzarnos. No es peligroso, porque simplemente hay una caída de, digamos, unos 30 metros por una ladera nevada, que sería hasta divertido bajar rodando por allí (de hecho había huellas en la nieve de gente que lo había hecho), pero después habría que volver a subir esa ladera con una pendiente muy pronunciada, y os aseguro que eso no sería tan divertido.

Bordeando el lago
Bordeando el lago

Es en este punto en el que pensamos que en verano puede haber otro punto de agua, ya que hay una especie de presa, pero cuando fuimos nosotros no había nada de nada, ya que estaría todo congelado. A partir de este punto ya no queda demasiada distancia hasta llegar a Trolltunga, y el camino es bastante llano y sencillo.

Como he dicho antes, en teoría hay paletas a lo largo del trayecto que van indicando cuánto queda hasta la roca y cuánto hemos recorrido ya, pero en nuestro caso estaban casi todas totalmente sepultadas por la nieve, y solo vimos dos: una al principio del recorrido y la última de todas, la que indicaba que solo nos faltaba un kilómetro para llegar. ¡No veáis la alegría que nos dio verla! Si hacéis el hiking sin nieve, estas paletas os servirán para ir controlando vuestro progreso y también para daros chutes de motivación. Nosotros, en cambio, íbamos bastante a ciegas, por lo que no nos quedaba más remedio que avanzar, avanzar y avanzar.

¡Solo queda un kilómetro!
¡Solo queda un kilómetro!

Y por fin llegamos a Trolltunga. Si en la llegada a Preikestolen te sientes bien, aquí te sientes mucho mejor que bien: el alivio que sientes es enorme, las vistas son realmente indescriptibles, pero lo que más sientes, o al menos en mi caso fue así, fue orgullo. Orgullo de mí misma. ¡Lo había conseguido! Me había costado muchísimo, pero allí estaba, allí tenía Trolltunga a mis pies y os prometo que me sentí como una auténtica campeona. Me había salido totalmente de mi zona de confort, me había embarcado en una aventura con muchas dudas sobre si sería capaz de superarla, había sufrido dolores desde prácticamente el principio del hiking  y, pese a todo, ¡lo había conseguido!

Así apareció delante de nosotros la maravillosa Trolltunga
Así apareció delante de nosotros la maravillosa Trolltunga

Ahora tocaba disfrutar a tope de esa hora que teníamos allí. Llegamos sobre las 3 de la tarde, y lo primero que hicimos fue quitarnos las raquetas, cambiarnos la camiseta interior técnica fina por otra, ahora sí, térmica y limpia, asearnos un poco y cambiarnos de calcetines por otros secos y limpios. Aquí es cuando hace falta ponerse también el abrigo de plumas y todas las capas que lleves en la mochila: en cuanto dejas de hacer esfuerzo físico, dejas de desprender calor corporal y de repente hace muchísima rasca, ya que estamos a unos 1200 metros de altura en una montaña nevada, a una temperatura que ronda los 0 grados. A continuación nos sentamos a comer, tal y como nos indicó el guía que teníamos que hacer, con vistas a la roca y disfrutando del increíble paisaje. Y, por último, fuimos a la roca, un poco tarde, por cierto, porque nada más ir para allá, la guía empezó a achucharnos diciendo que nos teníamos que ir ya. Nos dio mucha rabia que nos metiese prisa porque habíamos sufrido mucho para llegar hasta allí y queríamos disfrutar de nuestro momento con tranquilidad, y la verdad es que nos lo chafó un poco, tenemos menos fotos de las que querríamos y además están tiradas con un poco de prisa y hubiesen quedado más bonitas si las hubiésemos podido hacer con más calma. ¡Grrrr! Creo que no hubiese pasado nada por dejarnos disfrutar tranquilamente de 5 minutitos en la roca, después de todo el esfuerzo nos lo merecíamos, pero la verdad es que se puso un poco pesada y nos tuvimos que ir antes de lo que nos hubiese gustado. Este es la única queja que tengo sobre Trolltunga Active. Entiendo que hay unos plazos que cumplir, pero éramos los últimos que quedábamos por subir a la roca de nuestro grupo: ¡déjanos disfrutar 5 minutos con tranquilidad y después nos vamos, pero no nos fastidies el momento! En fin, supongo que nosotros nos encantamos un poco con el tiempo, pero entre que la comida no pasaba y tardamos mucho en comer y que estás cansado y lento en general, se nos echó un poco el tiempo encima.

Comiendo...¡con esas vistas! 😍
Comiendo…¡con esas vistas! 😍

Para bajar a la Lengua del Troll en sí hay unos pocos escalones en la roca y después en toda la superficie de Trolltunga hay un cable para ayudarte a avanzar en caso de que te tiemblen un poco las piernas 😜 . Cuando nosotros fuimos, la superficie no estaba nevada ni helada, cosa que se agradece. En Trolltunga no es como en Preikestolen, que todo el mundo está sobre la roca a la vez: aquí se respeta el turno de cada uno sobre la roca, ya que se trata de una superficie mucho más estrecha y de lo contrario sería peligroso… ¡y además es genial para las fotos! Eso sí, te puede tocar hacer un poco de cola. En nuestro caso no fueron más que un par de minutos. Como decía, la superficie de la roca es muy estrecha, apenas un par de metros de anchura, pero está ligeramente inclinada hacia arriba, por lo que da bastante seguridad.

De las vistas no os voy a hablar, porque son verdaderamente indescriptibles (de lo más impresionante que he visto nunca) y porque una imagen vale más que mil palabras:

Disfrutando de mi victoria
Disfrutando de mi victoria

Como comentaba, tras la insistencia de la guía nos tuvimos que ir, a eso de las 4 de la tarde. Más os vale haberos sentado un ratito durante el descanso de la comida y haber recuperado algo de fuerzas, porque el día no ha terminado, ni mucho menos: ahora, todo eso que hemos caminando hasta llegar a Trolltunga, todo eso que tanto nos ha costado, hay que desandarlo. El trayecto es menos duro porque en general va a ser de bajada, aunque también hay algunas pendientes majas, pero también estaréis más cansados y las bajadas también tienen lo suyo, sobre todo por nieve y si no sabéis esquiar como yo. También en las bajadas es cuando más se resienten las rodillas y las articulaciones en general, así que ojo con eso. Ya he comentado en más de una ocasión que yo tengo problemillas de rodillas (por lo general, no puedo ni correr ni saltar, o me paso después un par de días resentida), y este es otro de los motivos por lo que iba con miedo, pero la verdad es que no tuve demasiados problemas: empezando la caminata sin dolor, no noté ninguna molestia en las rodillas hasta prácticamente el final de la jornada, así que me doy con un canto en los dientes. Sin embargo, en nuestro grupo había un chico mexicano con una lesión de rodilla más seria y la verdad es que el pobre lo pasó bastante mal, aunque consiguió subir y bajar como un campeón.

Vistas desde la misma punta de la roca
Vistas desde la misma punta de la roca

La vuelta consta de desandar exactamente el mismo camino que hemos hecho para llegar hasta Trolltunga, así que lo que antes eran subidas ahora son bajadas y viceversa. Los primeros 6 kilómetros de vuelta son bastante suaves, con subidas y bajadas poco pronunciadas. Después encontramos una subida bastante criminal de aproximadamente 1 kilómetro (esta será la más dura de la vuelta) y, a partir de ahí encontraremos muchas bajadas por pendientes pronunciadas en nieve. Para una persona que se desenvuelva bien en la nieve o que sepa esquiar, esto puede ser una gran ventaja, pero para mí fue bastante complicado, la verdad: me hinché a resbalones y a caídas. Hubo una gran diferencia en cómo vivió Félix la bajada (que sabe esquiar) y cómo la viví yo (que no sé). A las 6 horas de subida solo le recortamos una hora y poco a la bajada, por lo que bajamos en casi 5 horas.

Momentazo selfie en la propia roca de Trolltunga
Momentazo selfie en la propia roca de Trolltunga

Fue una grandísima alegría llegar al río después de una de las bajadas más complicadas (la que a la ida fue la subida que me hizo plantearme abandonar), ya que eso significaba que estábamos ya relativamente cerca del final y, más importante aún: ¡pudimos rellenar las botellas de agua! Como ya he dicho antes, nuestro principal fallo en esta excursión fue no llevar agua más que suficiente: son muchas horas y se trata de un esfuerzo muy grande, por lo que el consumo de agua es enorme, y nos quedamos súper cortos… ¡pasamos una sed horrible! Así que ese río fue como un oasis para nosotros, nos hinchamos a beber y rellenamos todas las botellas y así tuvimos la seguridad de que no íbamos a volver a pasar sed en el resto de trayecto, lo cual se agradeció muchísimo.

¡Había que asomarse! 😜
¡Había que asomarse! 😜

El resto del trayecto fue sin incidentes, aparte de que empezaba a hacerse de noche y a refrescar de lo lindo. Llegamos abajo, a la tienda de Trolltunga Active casi a las 9 de la noche, totalmente baldados. Según nos comentó el guía, se trata de una etapa en la que quemas como entre unas 6000 y unas 7000 calorías y, de hecho, tanto durante esa noche como al día siguiente, el cuerpo sigue quemando como si estuviese loco, así que os recomiendo que tengáis preparada una buena cena para después, porque esa sí que va a entrar bien y la vais a necesitar para recuperar un poco las fuerzas.

Esas vistas... 😍
Esas vistas… 😍

Problemas más comunes

Ahora que ya «estamos abajo», quiero comentar en detalle cuáles suelen ser los problemas más comunes con lo que te puedes encontrar durante este hiking:

  • dolor en las ingles: ya he mencionado este punto antes; debido a la forma de caminar tan poco natural que te hacen adoptar las raquetas de nieve, con las piernas bastante más separadas de lo normal, se resienten los músculos de las ingles y puede ser un dolor bastante molesto, aunque en mi caso, a pesar de que lo tuve casi desde el principio de la jornada, no me impidió completar el recorrido. Para intentar evitarlo, recomiendo probar a deslizarse por la nieve con las raquetas en lugar de caminar normalmente dando pasos, es decir, levantando y bajando los pies del suelo.
  • ampollas en los pies: un clásico, especialmente en mi caso, que tengo una piel extremadamente delicada y me rozo enseguida. Para procurar evitarlo, lo mejor es intentar que tus pies suden lo menos posible y que puedan transpirar bien. En un trayecto de 12 horas que requiere un gran esfuerzo, raro sería que los pies no sudasen, así que lo mejor es contar con unas botas de montaña de calidad que sean impermeables pero a la vez transpirables, y lo mismo con los calcetines: necesitaréis unos calcetines adecuados que produzcan las menos rozaduras posibles. Además, como los calcetines se van humedeciendo, recomiendo llevar pares de repuesto e ir cambiándolos a lo largo del trayecto para evitar que el pie esté húmedo, cosa que hará que se roce más. Yo me cambie de calcetines DOS veces a lo largo del día (una arriba y otra a mitad bajada) y ni con esas me pude librar de las malditas ampollas. También es verdad que me empezaron a salir a mitad bajada, así que tres cuartas partes del recorrido las pude hacer sin ampollas en los pies… ¡aun me toca dar gracias! 😂
Félix bajando en plan kamikaze por algunas de las pendientes 😂
Félix bajando en plan kamikaze por algunas de las pendientes 😂
  • calambres: según el guía, es una afección bastante común, sobre todo en los cuádriceps. Durante la subida se somete a estos músculos a muchísima tensión y, si no están acostumbrados, pueden reaccionar así. Hubo un chico de nuestro grupo que tuvo calambres prácticamente desde el principio y lo paso bastante mal, pero también consiguió subir y bajar.
  • dolor de rodillas: obviamente se trata de una actividad que puede afectar a las rodillas, especialmente la bajada. Si tenéis ligeros problemillas, como yo, no creo que tengáis grandes dificultades a la hora de hacer esta actividad; yo, por ejemplo, solo empecé a sentir ligeras molestias en las rodillas ya tirando al final del recorrido, así que me fue bastante bien. Si tenéis una lesión más seria, sí que podéis pasarlo mal, y os recomiendo que os planteéis si esta excursión es para vosotros. Como ya he comentado, otro chico de nuestro grupo tenía una rodilla mala y lo pasó bastante, bastante mal, pero también es verdad que consiguió completar la excursión. Ahí ya vosotr@s veréis…
  • falta de agua: este es el problema más fácilmente solucionable de todos los que he mencionado: ¡llevad mucha, pero mucha agua! Como 3-4 litros por persona o así, y rellenad las botellas siempre que podáis. La mochila pesará mucho, sí, pero os aseguro que será mejor eso que la sed horrorosa que pasamos nosotros, ya que eso os puede limitar más, seguro.

Personalmente, yo sufrí cuatro de estos cinco problemas, lo único que no tuve fueron calambres (¡bien por mí! 😂). Tras las casi 12 horas de excursión, llegué a la base de Trolltunga con dolor en las ingles, con ampollas en los pies, con algo de dolor de rodillas y habiendo pasado mucha sed… Pero, hey, aun con todos estos problemas, ¡lo conseguí! Yo, que, repito, no soy ninguna crack, aun con todas esas dificultades, subí a Trolltunga y bajé. Me tiré después una semana hecha un trapo, con dolores y agujetas y ampollas en los pies, pero valió la pena totalmente.

De vuelta también hay algunas pendientes pronunciadas...
De vuelta también hay algunas pendientes pronunciadas…

Conclusiones

Se trata de una experiencia muy, muy dura, no os voy a engañar, y no considero que sea algo «para todos los públicos». Sin embargo, si os veis capacitad@s para hacerlo, vale muchísimo la pena, ya que será una experiencia que difícilmente olvidaréis y que no os va a dejar indiferentes. No hay nada como desafiar tus límites (que muchas veces son solo mentales) y salir de tu zona de confort para descubrir que eres capaz de hacer más cosas de las que pensabas.

He de decir que en este tipo de actividades que suponen un esfuerzo tan grande y que son tan largas juega un papel muy importante la psicología. Es fundamental ir con un estado mental adecuado, un estado positivo, relajado y de autosuperación y motivación total.

Sin embargo, curiosamente, yo intentaba no comerme la cabeza con cuentas sobre kilómetros y horas y nuestro avance, al contrario que Félix, que iba continuamente haciéndose las cuentas sobre nuestro progreso y sobre cuánto quedaba (aunque sinceramente creo que lo hacía más por preocupación por mí que por él). Yo intentaba tener un estado de ánimo positivo, pero la mente lo más en blanco posible: me concentraba en el presente, en el siguiente paso, en el siguiente metro, sin pensar continuamente en todo lo que me quedaba por delante, porque si lo piensas demasiado, puede resultar abrumador.

Nuestro grupo, en un descanso a la bajada
Nuestro grupo, en un descanso a la bajada

¿Lo recomiendo? Sin duda, pero sabiendo a lo que se va. Fue una de las experiencias más increíbles que he vivido, pero también probablemente la más dura. Se necesita bastante preparación tanto física como mental, y también es necesario contar con la equipación adecuada. No es algo que pueda hacerse de manera improvisada y porque sí, es una actividad que requiere una preparación previa en todos los aspectos.

Como valoración final sobre nuestra experiencia con Trolltunga Active: nosotros acabamos muy contentos con ellos. Son muy estrictos y no se pillan los dedos: en el momento en que no les haces caso o eres una amenaza para el resto del grupo o para el éxito de la «misión», se quitan la responsabilidad, dejan de ser tus guías y te recomiendan que te des la vuelta y que te vuelvas. Es duro, pero en cierta medida lo entiendo y me parece lógico: es una actividad que entraña riesgos, si no se hace correctamente, puedes poner en peligro tu integridad física y la del resto del grupo, y al fin y al cabo ellos son los profesionales y los que conocen mejor que nadie el terreno y la actividad. Si consideran que alguien, por una lesión o algún tipo de problema, no va a ser de capaz de subir y bajar, su recomendación siempre va a ser que te vuelvas cuanto antes, principalmente por tu bien. En caso de que haya algún problema serio, los rescates los realizan voluntarios de Odda: hay pocos medios y no parece un sistema de rescate demasiado «oficial». En caso de necesitar un rescate, no estoy segura de qué consecuencias podría haber a nivel económico, así que yo no contaría con esta opción bajo ningún concepto.

La belleza serena de un paisaje nevado 💙
La belleza serena de un paisaje nevado 💙

Como viene siendo habitual últimamente, he preparado un vídeo para que podáis ver cómo fue nuestra experiencia de subir a Trolltunga por paisajes nevados. ¡Aquí lo tenéis!:

En resumen, fue un día realmente inolvidable, tanto para la bueno como para lo malo, porque hubo de las dos cosas: paisajes increíbles, satisfacción al llegar y coronar la roca y al saberte capaz de hacerlo, pero también agotamiento, dolor y sufrimiento en algunos momentos. Supongo que la parte positiva hace que soportes mejor los puntos negativos… Sin embargo, la pregunta del millón es: «Débora, ¿lo volverías a hacer?». Y la respuesta la tengo clara: «Sí, sin duda alguna».

Y vosotr@s, ¿os atreveríais? ¿Os lo estáis pensando? ¿O lo tenéis decidido ya? Si este último es vuestro caso, muchos ánimos para ello, preparaos bien en todos los aspectos pero, sobre todo, disfrutad, disfrutad mucho de este día que no olvidaréis jamás.

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